Algunos apuntes biográficos del jurista, historiador y político bermeano Tomás Elorrieta y Artaza[1]
Kepa Bilbao Ariztimuño
Tomás Elorrieta y Artaza nació en Bermeo el 23 de junio de 1883. De su padre, Robustiano, heredó la vocación y la filiación política. Robustiano Elorrieta Olozabal, medico de Bermeo desde 1884, era conocido por ser el cacique liberal de esa localidad costera, cuya política prácticamente dominó durante dos décadas, desde finales de los ochenta del siglo XIX hasta inicios de la segunda década del siguiente. Si bien lo hizo desde un segundo plano, ejerciendo su influencia a través de candidatos interpuestos, sus «lugartenientes». Además de su labor como médico, ocupó otros cargos durante ese periodo, entre ellos el de director-médico del Manicomio Provincial, inspector de sanidad de las escuelas, de sanidad local y de sanidad marítima, así como los de forense y vocal de la Junta de Reformas Sociales.
Durante esos años, Robustiano Elorrieta mantuvo una relación oscilante con el incipiente nacionalismo vasco. Su interacción con este grupo político, que capitalizó en buena parte la reacción anticaciquil con el cambio de siglo, evolucionó desde una fase inicial caracterizada por el enfrentamiento frontal a una segunda etapa en la que la competencia por la hegemonía convivió con momentos de colaboración táctica para hacer frente a los conservadores. Esta política se traduciría, por ejemplo, en las elecciones generales de 1923 en el apoyo que la Comunión Nacionalista Vasca dio a la candidatura de su hijo Octavio Elorrieta frente a la Liga Monárquica. Robustiano Elorrieta fue también sensible a los cambios en sentido democratizador que al menos parcialmente estaban teniendo lugar en la política nacional. De hecho, se le sitúa en el ala izquierda del liberalismo, dirigiendo en 1910 el recién creado Círculo Liberal Democrático de Bermeo, vinculado a José Canalejas. Un rasgo que en Tomás Elorrieta y Artaza adquiriría la forma de un compromiso explícito volcado en su obra.
Su infancia no parece haber sido del todo feliz. Su mujer la situaría «en un internado frío y melancólico, sin ver a sus padres más que en las vacaciones y con profesores poco amigos de los niños».
En la dimensión familiar de su biografía, destaca precisamente su ma- trimonio en 1917 con María del Rosario Lacy Palacio, que ocupa un lugar propio y destacado en la historia, y con la que tuvo siete hijos. Rosario Lacy es conocida por ser la primera ginecóloga y cirujana española. Nieta de aristócratas, la amplitud de sus actividades queda puesta de manifiesto por su paso por diferentes asociaciones y por su labor profesional. Fue socia de la Juventud Universitaria Femenina, una organización que agrupaba a estudiantes universitarias de las facultades de Derecho, Filosofía y Letras, Ciencias, Medicina y Farmacia, así como a licenciadas y doctoras. Entre las socias destacadas se encontraban María de Maeztu y Victoria Kent; de la Unión Intelectual Española; fundadora de la Liga Femenina Española y del Lyceum Club Femenino, profesora en la Escuela Normal de Maestras y en la Escuela del Hogar y Profesional de la Mujer después de la Guerra Civil. Un listado no exhaustivo que refleja una labor organizativa, intelectual y docente intensa y constante.
Los padres de Elorrieta le dieron permiso para casarse con Rosario Lacy, pero advirtiendo que no les ayudarían, lo que su futura mujer interpretó como su deseo de un mejor matrimonio para su hijo. Su familia, a pesar de su ascendencia, era lo que hoy día calificaríamos como desestructurada y de escasos recursos económicos, con una herencia dilapidada por el padre.
Fue discípulo de Giner de los Ríos y miembro de la Institución Libre de Enseñanza. Trabajó asimismo en la sección técnica del Instituto de Reformas Sociales, donde sacó una plaza de auxiliar. En 1907 participó en el proyecto, promovido entre otros por José Ortega y Gasset, de crear en España una Fabian Society. En 1909 era socio del Ateneo de Madrid. Obtuvo varias pensiones para ampliar estudios en París y Londres y conocer de primera mano la legislación social y las políticas de protección a los trabajadores. Durante su estancia en Londres escribió crónicas para La Correspondencia de España y trató a Ramiro de Maeztu. A su regreso a España, ganó por oposición, en 1912, una cátedra de Derecho Político en la Universidad de Salamanca y entró en contacto con el grupo de profesores, liderado por Unamuno. Trabó amistad con Unamuno, del que posteriormente terminaría distanciándose, y colaboró en la fundación de un Ateneo. Elorrieta asumiría el cargo de secretario de la nueva organización, cuya presidencia recayó en el escritor e intelectual bilbaíno. Sus miembros, calificados de «intelectuales apóstoles», impartieron mítines en la región salmantina sobre la cuestión agraria, influidos en parte por las enseñanzas de Henry George, figura relevante entre los reformadores sociales del último tercio del siglo XIX. Elorrieta defendería la necesidad de limitar el derecho absoluto a la propiedad individual mediante el establecimiento de una política tributaria que gravase especialmente las rentas del capital heredado frente a las del trabajo.
Aunque hacia 1912 se declaraba monárquico, por sus contactos intelectuales evolucionó hacia el Partido Reformista, siendo elegido senador en 1923 por la Sociedad Económica de Amigos del País de León. Su carrera universitaria la proseguiría en las universidades de Murcia, Valencia y Zaragoza. Fue un destacado conferenciante y colaboró en la Enciclopedia Espasa.
Elorrieta era un regionalista, como vasquista frecuentaba el grupo cultural de la revista Hermes, publicación espejo de la intelectualidad burguesa vasca en la que publicó Jean-Jacques Rousseau y el carácter vasco (Hermes 6, 1917). Fue también miembro de la Sociedad de Estudios Vascos.
Buena parte de sus ausencias de los campus universitarios se debieron a su actividad parlamentaria, a estancias de investigación y al desempeño de cargos en la alta Administración del Estado. Sobre la primera de estas ac- tividades, su mujer escribiría en sus memorias que dedicarse a la política constituía la gran aspiración de Tomás Elorrieta cuando le conoció. Más adelante, Rosario Lacy repetiría y completaría esta observación señalando que el mismo Elorrieta le dijo poco tiempo después de conocerse que triunfar en la política era su objetivo y que para ello necesitaba dinero, lo que podría conseguir mediante un matrimonio con una rica viuda con la que estaba en contacto. Terminaría eligiendo a Lacy.
Esta cercanía al poder central iba a convertirlo en una pieza clave en la aspiración del círculo de poder elorrietista en Bermeo, dirigido por su padre, de preservar el control político de la región. En este sentido, las elecciones generales de 1923 constituyeron la oportunidad de crear una organización política liberal en Vizcaya al margen del control de la Liga Monárquica. Como se ha mencionado más arriba, ese año el acercamiento entre los Elorrieta y el nacionalismo vasco, que contaba con la implantación social necesaria para hacer triunfar el proyecto, pivotó en torno a la elección de Octavio Elorrieta como diputado a Cortes, sus- trayéndose al control de la Liga Monárquica.
Desde Madrid, el papel de Tomás Elorrieta consistió en lograr el apoyo del poder central para la nueva fórmula liberal, que pretendía vincularse a Manuel García Prieto. La convergencia en Bermeo entre este sector liberal y los nacionalistas se plasmó discursivamente en una defensa de los intereses provinciales frente al Gobierno central impregnada de vetas regionalistas y de un apoyo a cierta descentralización, un aspecto que estaría presente en los textos de Tomás Elorrieta y que encajaba bien con su perspectiva krau- soinstitucionista. No obstante, parece que este movimiento político no logró obtener el apoyo del centro del poder liberal en Madrid, que optó por considerar como su representante al candidato de la Liga Monárquica, Venancio Nárdiz, poniendo a Tomás Elorrieta en una posición incómoda en Madrid, como promotor de una corriente liberal minoritaria en Vizcaya.
La pervivencia de un grupo de poder familiar en el tiempo con capacidad de influir en los círculos gubernamentales, del que además de su padre formaban parte Octavio, Felipe y Tomás Elorrieta, iba a seguir manifestán- dose durante la dictadura de Primo de Rivera.
Catedrático de derecho político en diversas universidades españolas. Entre licencias y excedencias profesionales, dedicó poco tiempo efectivo a la enseñanza de la asignatura, aunque fue activo profesor de la Escuela Social en los años 1940. Miembro del partido liberal monárquico durante la Restauración evolucionó hacia un republicanismo de razón, agrario y social, pasando en la década de 1920 por el reformismo de Melquiades Álvarez, ensayista y conferenciante de cuestiones históricas, filosóficas y jurídico-políticas. Ocupó en reiteradas ocasiones, durante la dictadura de Primo de Rivera, la República y el régimen franquista, altos puestos en la Administración, principalmente en sus ramos de enseñanza, trabajo y exteriores. Su posición ante el nuevo régimen no iba a desentonar de la de la mayoría de líderes liberales, que oscilaron entre la reacción tibia y la contemporización.
Resultó depurado sin sanción en abril de 1939.
En la declaración jurada correspondiente afirmaba encontrarse en Madrid el 18 de julio, añadiendo que «[n]o pudo salir de la zona republicana, pero se sumó en espíritu al movimiento, defendiendo y protegiendo a un gran número de personas perseguidas, visitándolas frecuentemente en las cárceles y suministrando a muchos de ellos documentación falsa, con su firma, por los cargos que desempeñaba en Trabajo». No prestó adhesión alguna «al Gobierno Marxista», limitándose a «llenar las hojas que por obligación tuvieron que presentar todos los funcionarios públicos», aunque continuó vinculado al «Ministerio de Trabajo del que era funcionario activo», pese a lo cual, al estar como «excedente voluntario sin sueldo» a la fecha del golpe no había «cobrado ningún haber», pues «fue suspendido como todos los funcionarios, y no fue confirmado en su puesto de catedrático excedente, como fueron otros».
En lo que concierne a sus filiaciones y militancias políticas, Elorrieta respondió que no había «formado parte de ninguna entidad sindical ni partido del frente Popular. El único partido de que ha formado parte ha sido el liberal monárquico al que representó como Diputado y como Senador por León. También formó parte como miembro representativo de la Asamblea Nacional convocada por Primo». Además, era «Católico Apostólico Romano practicante».
Sobre sus actuaciones durante la guerra declaró haber «salido tres veces a Valencia y dos a Barcelona, en ausencias breves por asuntos del Ministerio de Trabajo», no haber «residido nunca en el extranjero», ni haber pedido «nada para salir, por haber sido siempre considerado en la zona marxista como sospechoso y la familia numerosa que tenía le impedía preparar cualquier huida».
Confirmaban sus declaraciones su hermano «Octavio Elorrieta Director del Instituto de Experiencias Forestales y D. Fernando Nájera, Capitán de Ingenieros», y como prueba documental presentó «un Certificado que le expidió el Comité de vecinos en Noviembre de 1936, de que no tenía filiación política alguna, una relación de todos los presos a quienes ha defendido y atendido desinteresadamente, y un documento relativo al que es su hijo mayor y de su esposa la profesora de la Normal de Madrid, Rosario de Lacy y Palacio, llamado Xavier Elorrieta y Lacy, quien estaba en el Norte al iniciarse el Glorioso Movimiento Nacional, se sumó con su autorización al mismo como voluntario un año antes de su edad de movilización, ingresando en el tercio de requetés de Nuestra Señora de Begoña, siendo herido en las acciones de Bilbao y Teruel».
A su vez, como credencial ulterior, aseguraba estar «escribiendo un libro sobre el período revolucionario en el que espera demostrar el rotundo y definitivo fracaso de las experiencias económicas agrícolas, y pseudo-intelectuales intentadas en el período marxista, y como los obreros españoles gozaron de una situación muy superior en salarios y garantías de derechos sociales en la época de iniciación de la organización corporativa de la Dictadura en cuyo establecimiento intentó intervenir directamente por haber sido el Vicepresidente de las Corporaciones Industriales y Agrícolas».
La obra
Es autor de varias obras entre las que destacan: Derecho Político (1927), Liberalismo (1926) La democracía moderna, su génesis (1928). [Un Estudio histórico político de la monarquía absoluta / La revolución inglesa/ La filosofía liberal/ La emancipación de los Estado Unidos del Norte/ La revolución francesa/ El levantamiento de España y la independencia de las repúblicas hispano-americanas] y El espíritu del régimen Foral vasco (1928) [conferencia explicada en Bilbao, el día 16 de abril de 1920]
Liberalismo, recientemente reeditado por la UPV, es una obra basada en la idea del equilibrio entre la libertad individual y social que enlaza con el movimiento corporativo: “Ni libertad absoluta de concurrencia, ni monopolio público, ni privado -escribe Elorrieta-. Intervención del Estado en la organización del trabajo y de la producción”. Pero es, sobre todo, en otros trabajos como Problemas económico-sociales de la posguerra (Madrid, 1944) y Temas económico sociales en la actualidad (Madrid, 1946) donde fija su posición de un “liberalismo intervencionista”, crítico al mismo tiempo del colectivismo socialista y del neoliberalismo de F. A. Hayek cuyo libro Camino de servidumbre (1944) valoró muy críticamente.