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Kepa Bilbao
(Del libro La modernidad en la encrucijada. La crisis del pensamiento utópico en el siglo XX: el marxismo de Marx, Gakoa, Donostia, 1997)

2.1.- Las palabras, los orígenes.

Atendiendo a su etimología, el vocablo utopía no es particularmente preciso. U: negación; topos: lugar. ¿Lo que carece de lugar? ¿Lo que nunca ha existido? ¿Lo que acaso llegue a existir algún día? ¿Lo que jamás hallará lugar?. En su uso común, utopía alberga conceptos diferentes. Los contornos de lo utópico no son nada claros. La palabra se utiliza a menudo con un sentido negativo que la equipara a quimera, a sueño ilusorio, esto es, lo utópico como algo fantasioso, ajeno a la realidad y meramente desiderativo. Por otro lado, también se utiliza en sentido positivo como idea de un modo de ser justo y digno de la sociedad y del individuo, la cual, impugna la realidad existente.

Desde el punto de vista histórico, el término utopía (Tomas Moro) nace para designar las descripciones, generalmente bastante detalladas, que emanadas de la imaginación humana, pintan un sistema ideal de organización de la sociedad.

Para Weber, según su teoría del racionalismo cultural de Occidente, en el sentido riguroso de la expresión, el pensamiento utópico es algo peculiar de la cultura occidental y, más concretamente, de la modernidad occidental.

A la pregunta de como organizar correctamente una sociedad que ya era distinta de la feudal y cristiana del medievo, se responde en dos líneas diferentes: la línea pragmatista del realismo político, encabezada por Maquiavelo con su obra El principe (1513), inicio de la tradición del pensamiento burgués, y la línea de la intención ética del pensar utópico, encabezada por Tomás Moro con su libro Utopía (1516). A partir de ahí, el pensamiento utópico moderno, con las características que le son propias, inicia su andadura hasta hoy.

Giuliani empleó la palabra socialismo en 1803. Pero su uso no se extendería hasta los años treinta. Se utilizó en Gran Bretaña, a partir de 1827, para referirse al movimiento impulsado por Robert Owen. En Francia, aparece en el periódico protestante Le semeur en 1831, y, después, en la revista saint-simoniana Le Globe en 1832 y al año siguiente en el órgano fourierista El falansterio. (1)

La idea de comunismo tiene un antecedente cercano en el S.XVIII, entre otros en el abate Mably, el cual entiende que la propiedad divide a la población en dos clases, ricos y pobres, y que eso hace infelices a los segundos. La igualdad «no puede subsistir con la propiedad de los bienes». Esta desdichada propiedad es «la primera causa de la desigualdad de las fortunas y de las condiciones, y por consiguiente de todos nuestros males».

Para Babeuf, seguidor de Mably, la nueva sociedad no será una idea especulativa sino el fruto de una dictadura revolucionaria provisional. Esta idea que sería posteriormente recogida por Marx y puesta en práctica por los revolucionarios parisinos en la Comuna de 1871, es el antecedente más remoto de la dictadura del proletariado. Por otra parte, la conjuración babouvista fue, de hecho, la primera afirmación en la historia de un partido organizado y disciplinado, precursora del partido leninista.

2.2.- El primer socialismo y comunismo utópicos.

Los teóricos y partidarios de la nueva doctrina volverían su mirada hacia sus antecedentes en La República de Platón, las ideas comunistas de las sectas medievales y los utopistas del Renacimiento, en especial Tomás Moro, Campanella con La ciudad del sol y F. Bacon con su Nueva Atlántida. A pesar de sus muy diversas filosofías es posible ver entre estos escritores y los del XVII y XVIII una continuidad de ideas.

A partir de Babeuf, y frente a la utopía liberal, defendida por Turgot y Say, Smith y Ricardo, que atribuía al libre juego del mercado -de la oferta y la demanda- la capacidad de fundar un poderoso equilibrio, se levantaría la utopía socialista o comunista, igualitaria y cooperativa.

La sociedad moderna nació con la liberalización de las fuerzas del mercado y con el desarrollo acelerado de la industria fabril. De ahí la creciente ilusión de que en ella todo está determinado por la economía o la tecnología. Pero como Karl Polanyi señaló hace medio siglo, el mercado autorregulador es una completa utopía. Ya el desarrollo de una tendencia hacia la autorregulación por el mercado y hacia una acumulación capitalista sin barreras amenazaron a la modernidad con el hundimiento total, con la autodestrucción de sus recursos materiales, y, ante todo, de sus recursos humanos. Se evitó la catástrofe gracias a la intervención de todo tipo de movimientos socialistas, incluidos los sindicales. Esto tuvo el saludable efecto de poner una especie de freno a la autodestructiva aceleración del desarrollo capitalista.(2) Pero dejemos a un lado la utopía liberal y volvamos a la socialista, objeto de nuestro análisis.

Los textos -impregnados de utopismo- de Babeuf, Marechal, Buonarroti, Saint Simon, Owen, Fourier, Considerant, Cabet, Weitling y otros, contienen la primera critica radical al capitalismo ascendente. La critica se abre paso, frecuentemente, a través de los escritos descriptivos de una sociedad diferente, este sería, por ejemplo, el caso de los falansterios de Fourier. Las descripciones utópicas apuntan hacia lo que no existe pero se percibe como necesario. Estos sueños tienen mucho de rememoración de un pasado idealizado (medieval en una parte del pensamiento socialista, romano en el más radical pensamiento revolucionario de la Revolución francesa). Los mejores recuerdos del pasado, real o imaginario, operan sobre las ensoñaciones proyectadas hacia el futuro anhelado. El mito de la plena armonía, paraíso en el más acá, trasunto del paraíso religioso del más allá, será una de las expresiones de esos sueños del S.XIX.

Tanto la denominación de utópicos como el término socialista se generalizaron a mediados del siglo XlX. Pero fue el uso marxista del término “socialismo crítico-utópico” contenida en el Manifiesto Comunista lo que influyó más poderosamente para la descripción del socialismo de este período.

De las obras de los llamados socialistas utópicos no es difícil seleccionar diversas ideas o proposiciones que anticipan las ideas más importantes de Marx.

Estas, siguiendo a Kolakowski, se pueden resumir en tres temas principales: las premisas historiosóficas, el análisis de la sociedad capitalista y la descripción del futuro orden socialista.(3)

Premisas historiosóficas y análisis de la sociedad capitalista:

* No es posible ningún cambio esencial en el sistema de distribución de la riqueza sin un cambio completo en el sistema de producción y relaciones de propiedad.
* A lo largo de la historia, los cambios constitucionales han estado condicionados por los tecnológicos.
* El socialismo es el resultado de leyes históricas inevitables.
* La organización de la sociedad capitalista está en contradicción con el estado de desarrollo de las fuerzas productivas.
* Bajo el capitalismo, los salarios tienden naturalmente a permanecer al nivel mínimo de supervivencia.
* La competencia y el sistema anárquico de producción llevan inevitablemente a la explotación, las crisis de sobreproducción, la pobreza y el desempleo.
* El progreso técnico lleva al desastre social, no por razones inherentes, sino a causa del sistema de propiedad.
* La clase trabajadora solo puede liberarse por medio de sus propios esfuerzos.
* La libertad política es de escaso valor si la masa de la sociedad esta esclavizada por las presiones económicas.

Respecto al futuro socialista :

* La abolición de la propiedad privada de los medios de producción.
* Una economía planificada a escala nacional o mundial, subordinada a las necesidades sociales y la eliminación de la competencia, la anarquía y las crisis.
* El derecho al trabajo, como derecho básico del hombre.
* La abolición de las divisiones de clases y de los antagonismos sociales.
* La plena y voluntaria cooperación de productores asociados.
* La educación gratuita de los niños a expensas del patrimonio público, incluida la formación técnica.
* La abolición de la división del trabajo y de las degradantes consecuencias de la especialización; en su lugar se producirá un desarrollo global del individuo y existirá una libre oportunidad para el uso de las facultades humanas en todas direcciones.
* La abolición de la diferencia entre campo y ciudad, permitiendo a la vez la concentración industrial.
* La sustitución del poder político por la administración económica; fin de la explotación del hombre por el hombre o del dominio de un hombre sobre otro.
* Supresión gradual de las diferencias nacionales.
* Completa igualdad de derechos y oportunidades entre hombres y mujeres.
* Total libertad de expresión de las artes y las ciencias.
· El socialismo como beneficio para toda la humanidad; la explotación del proletariado como principal factor precipitante del socialismo.

Por impresionante que sean estas analogías, para Kolakowski hay una diferencia básica entre Marx y todos los demás pensadores socialistas de la primera mitad del siglo XIX. Si bien el punto de partida de las reflexiones de estos últimos es la pobreza, en Marx será la deshumanización, la alienación. (4)

2.3.-El socialismo científico.

Marx se sumó a los grandes sueños del socialismo y del comunismo (eliminación de la propiedad privada, comunidad de bienes armoniosa, desaparición de las clases, extinción del Estado…) y trató de dotarles, con más voluntad que fortuna, de una fundamentación científica. (5)

Respecto de aquellos utopistas prehistóricos: Saint-Simon, Fourier y Owen, declaró Engels en 1850, que el socialismo teórico alemán no olvidaría nunca que se apoyaba sobre los hombros de esos hombres: «que a pesar de todas sus fantasías y de todo su utopismo figuran entre los talentos más importantes de todas las épocas y que anticiparon genialmente innumerables verdades cuya exactitud verificamos ahora científicamente». (6)

Marx criticó a veces las elaboraciones muy precisas de un cuadro comunista futuro, frente a ellas defendió una idea del comunismo basada en la crítica de lo existente y en el resultado, no necesariamente previsible en sus detalles, del movimiento histórico real. Pero otras veces dio por bueno aspectos fundamentales del concepto de comunismo que habían cuajado antes de que él se adhiriera al comunismo.
Para Marx, el requisito material decisivo para un socialismo emancipador es el proletariado. Fue la maduración de esta nueva clase lo que originó la diferencia crítica entre este socialismo, que Engels llamaba científico, y el anterior socialismo de Saint-Simón, Fourier y Owen, estigmatizado de utópico, por ser históricamente prematuro, por haber adelantado su crítica del capitalismo antes del desarrollo maduro del modo de producción capitalista y del proletariado.

Marx y Engels elaborarán una teoría del proletariado que acabará siendo preponderante en la izquierda no sólo occidental, sino mundial. En la teoría de Marx el proletariado estará marcado por un destino revolucionario. Destino que se asienta en la desposesión de medios de producción, lo cual, no sólo empuja al proletariado a la revolución, sino que le permitirá afrontar la tarea de organizar la economía con miras no egoístas sino colectivas, cooperativas. El proletariado acabará siendo reconocido como la fuerza mesiánica encargada de realizar la tarea redentora, liberadora, en el comunismo. (7)

Las pretensiones cientifistas de Marx y Engels, pronto se verán ampliadas por la primera generación de marxistas. Un claro representante será Plejánov, el padre del marxismo ruso, y, del que Lenin heredaría la idea del marxismo como algo acabado, completo, quien dirá: «( El socialismo científico es) la doctrina que por primera vez dio una explicación real de todo el desenvolvimiento de la cultura humana, destruyó implacablemente todos los sofismas de los teóricos burgueses y, «pertrechada de los conocimientos de su época», tomó la defensa del proletariado. Esta doctrina (…) mostró con perfecta claridad la inconsistencia científica de los enemigos del socialismo…».

En este párrafo podemos encontrar algunas de las características básicas del cientifismo marxista: el típico y arrogante desprecio por el pensamiento socialista anterior; la creencia de poseer un saber universal, total; y, la distinción entre ciencia burguesa y ciencia proletaria, atribuyéndole a la primera el carácter de anticientífica.


(1) WILLARD, Claude. Socialisme et communisme francais. Armand Colin, París, 1967, p 5. COLE, G.D.H. en Historia del pensamiento socialista. Los precursores (1789-1850). t.I, F.C.E. ,México,1964, p 9 y ss.

(2) POLANYI,Karl. La gran transformación. Crítica del liberalismo económico.La Piqueta,Madrid,1989.

(3) KOLAKOWSKI, Leszek. Op. Cit. p. 223-224.

(4) KOLAKOWSKI, L. Op. Cit. p. 225-226.

(5) Sobre la relación de Marx con los proyectos de transformación social anteriores, véase Frank E. Manuel y Fritzie P. Manuel, El pensamiento utópico en el mundo occidental, Taurus, Madrid, 1981, t III.

(6) ENGELS,F. La guerra campesina en alemania , Moscú, Progreso,1981. En el Manifiesto, también reconoceran que el socialismo y el comunismo crítico-utópicos: «han suministrado material valiosísimo para el esclarecimiento de los obreros».

(7) Eugenio del Río, en La clase obrera en Marx, Madrid, Revolución,1986,desarrolla el tema de clase revolucionaria y misión histórica , p.171-195.