Skip to main content

Kepa Bilbao
(Del libro La modernidad en la encrucijada. La crisis del pensamiento utópico en el siglo XX: el marxismo de Marx, Gakoa, Donostia, 1997)

La fe en la Razón y la creencia en el poder de la ciencia, de un poder casi ilimitado es algo muy extendido, entre otras corrientes, en el socialismo de mediados del siglo XIX.
Ciencia y Filosofía se fundirán y se intentará sustituir los principios filosóficos generales absolutos por otros equivalentes pero científicos.

La ciencia será unos de los terrenos en los que se librará la batalla entre las diversas corrientes socialistas por hacerse con la hegemonía. El predominio del marxismo no se podría entender, entre otras cosas, sino fuera por la capacidad que tuvo de imponerse en este terreno.

Existe un gran optimismo en cuanto a los efectos benéficos que puede producir la ciencia en la sociedad. En el mundo de la Ilustración- prolongado en el XlX-, la ciencia, la técnica y la educación serán el remedio para todos los males. Se identifica el progreso técnico y científico con el progreso moral y espiritual. (1)

Las ideas principales que recorren la obra de Marx y Engels y que impregnan profundamente su enfoque y contenido, incluso cuando afirman estar haciendo ciencia sin prejuicios, es su voluntad revolucionaria y comunista y la fundamentación que pretenden dar a la misma. La obra de Marx, es así, un compuesto de análisis social, que se quiere científico, y política. Pero, además, el tipo de análisis social de Marx influido por la idea de totalidad hegeliana, tiene una pretensión mas abarcadora que la que es normal hoy en las ciencias sociales.

En Marx hay desde muy temprano una actitud revolucionaria, democrático radical primero, y comunista ya desde 1842. Al comunismo llega a través del libro de Stein, El socialismo y el comunismo de la Francia actual (2), un crítico del comunismo, y por la influencia de Moses Hess y Weitling. A finales del 43 no hay una base empírica de análisis económico para esto.

Los trabajos de Engels, Esbozo de crítica de la economía política ( 1843-44) y La Situación de la clase obrera en Inglaterra, serán los primeros trabajos en este campo.
La Ideología alemana (1846) supone la realización primera de Marx y Engels de su pretensión de fundamentar el programa revolucionario y comunista en una concepción o teoría de la historia. Esta visión de la historia también está presente en el Manifiesto Comunista (1848) y expuesto de manera sistemática en el Prólogo a la contribución a la crítica de la economía política, de 1859.

Esta concepción de la historia es pensada por sus autores no como una filosofía especulativa de la historia sino como un conjunto de tesis basadas en la observación empírica. Así lo expresan ya en La Ideología Alemana; en El Prólogo del 59 Marx la considera como “el hilo conductor de mis estudios” y Engels, carta a Schmidt de 1890, afirma que “nuestra concepción de la historia es, ante todo, una directriz para el estudio” .

Si la llegada de Marx al comunismo es previa a los intentos de fundamentación científica del mismo, esos intentos de fundamentación llevan a disolver la diferencia entre programa político y aspiraciones éticas y políticas, juicios de valor, por un lado, y análisis de las tendencias, reales o supuestas, de la realidad social. Para Marx y Engels, no se trata de imaginar el futuro sino de descubrir en la realidad presente el sentido del movimiento histórico. Así, en La Ideología alemana escriben :«El comunismo no es un estado que debe implantarse, un ideal al que ha de sujetarse la realidad. Llamamos comunismo al movimiento real que anula y supera el estado de cosas actual».

«Quien conozca la extraordinaria consideración de la que gozó la ciencia durante la segunda mitad del siglo XIX y, sobre todo, el valor último definitivo, absoluto, que los científicos atribuían a sus propios descubrimientos ( El siglo XIX careció, en gran medida, de una idea perteneciente al falibilismo de la ciencia, o sea, la del significado hipotético y conjetural de sus teorías) comprenderá bien lo que Marx se proponía cuando hablaba del paso de la utopía a la ciencia». (3)

El paradigma básico de la ciencia hasta mediados del XIX que fue incorporado por Marx abarca :

1.- Un mundo de objetos materiales que se mueven en el espacio y en el tiempo. Había una dicotomía fundamental entre el mundo material, por un lado, y, por otro, las mentes humanas con sus esperanzas y temores, sus desesperaciones y aspiraciones. El materialismo filosófico de Marx se fundaba en esta idea; es la base de su concepción de que la conciencia humana constituye una esfera derivada, subordinada a lo material.

2.- La substancia como algo subyacente a la cualidad de las cosas. Es la noción de materia del materialismo. Por ejemplo, una piedra, aunque se nos manifieste por sus cualidades ( su dureza, calor, etc.), sin embargo, no está compuesta por estas cualidades, sino de alguna entidad subyacente de las que ellas son meros accidentes.

3.- La sucesión de estados del mundo y de las cosas del mundo están vinculados por lazos de absoluta necesidad. Determinismo en la imagen del mundo y de la sociedad (4)

4.- La indagación científica es la búsqueda de leyes universales, inviolables y causales que gobiernan el mundo. Concepción de las leyes y de la causalidad demasiado simple. (Por más que Marx negaba el carácter universal de las leyes del capitalismo). Hay una gran confianza en la fiabilidad de la labor científica. La crisis de la física que irrumpe al fin del siglo XIX, pondrá en cuestión el concepto de materia, el de espacio y tiempo, el de ley, el de causa, el de verdad del conocimiento científico. Abrirá también una distinción más fuerte entre ciencias experimentales y no experimentales y cuestionará incluso la pretensión de las ciencias históricas de establecer explicaciones causales y predicciones generales.

5.-Si toda la naturaleza, incluida el hombre y su mente, están gobernadas por leyes naturales, no tiene sentido hacer una distinción entre lo físico, lo social o lo moral.

6.- Todas las leyes de la física se creían reducibles a las leyes fundamentales de la mecánica. Hay una búsqueda de principios interpretativos únicos en cada campo de la actividad científica.

Como señala Gouldner, el marxismo aceptó las premisas de las ciencias naturales nacientes y las incorporó más o menos acríticamente a su sistema, transfiriéndolas, a su vez, a las ciencias sociales. «Así -dice- la insistencia del marxismo científico en que las leyes que gobiernan el desarrollo capitalista no sólo son independientes de la voluntad humana, sino que de hecho modelan esta voluntad y la conciencia -el antivoluntarismo didáctico del prefacio de Marx a la segunda edición alemana de El Capital- coincidiría con la interpretación de Robert Chambers de la geología uniformista de Lyell». (4)

Existe en el siglo XIX una frontera poco definida entre el estatuto de las ciencias naturales y el de las ciencias sociales. De ahí deriva un impulso a asimilar y reducir el estudio de las relaciones sociales a las ciencias naturales, tal como estas se estaban configurando.

Cuando las ciencias modificaron su paradigma, por ejemplo con la teoría de la relatividad de Einstein, publicada en 1905, el marxismo experimentó también una tensión hacia el cambio.

Marx trata de encontrar, cosa muy frecuente en el siglo XIX, una «única fuerza propulsora de la historia» (6). El conocimiento de semejante fuerza permitirá comprender el rumbo del movimiento histórico, especialmente acelerado en el siglo XIX. Marx verá el foco central en la esfera tecnológico-económica; Hegel en el Estado, etc.

Marx se considera un científico en el sentido habitual del siglo XIX. En El Capital I, compara su trabajo con el de un físico o un químico y explica que:«como científico, su objeto es el estudio de las leyes naturales de la producción capitalista…las leyes en sí mismas, las tendencias que actúan con necesidad férrea hacia un fin inevitable». Al prometer un progreso social inevitable el marxismo fue una más de las filosofías optimistas, nacidas de la Ilustración, del siglo XIX. La nueva cultura de la ciencia admitió que lo que ocurre en el mundo no solo está gobernado por leyes científicas, sino que además era beneficioso y progresivo en sus resultados. Se da así un evolucionismo ascendente.

El evolucionismo en Marx tendrá dos fuentes centrales. Una proveniente de la dialéctica hegeliana, que más adelante trataremos, y la otra de las ciencias naturales, concretamente de la biología. La publicación en 1859 de El origen de las especies de Charles Darwin fue saludado de forma entusiasta por Marx y Engels. En 1869, Marx le escribía a Engels diciéndole: aunque desarrollado con el crudo estilo inglés, este es el libro que contiene las bases de nuestra perspectiva en la historia natural. Darwin abriría el camino a los diversos darwinismos sociales, entre ellos uno liberal y otro socialista. Al primero, pertenecerá Herbert Spencer, el cual concebirá la sociología como una prolongación de la biología, imaginando la vida social como un proceso de adaptación-selección. Al segundo, pertenecerán Bebel, Kautsky y Plejanov, entre otros.


(1) Dentro del pensamiento socialista Georges Sorel (1847-1922) representará una temprana ruptura con la tendencia a construir sistemas e identificar el progreso técnico y científico con el progreso espiritual y moral. Sorel rechazaría dos de los principios centrales de la teoría social y política de occidente, la doctrina griega de la salvación por el conocimiento y la doctrina judeo-cristiana de la teodicea histórica. La ciencia no puede resolver las grandes cuestiones de la vida humana, ya sean metafísicas, morales o políticas. Estas caen fuera de su alcance. Sorel como Hess, creía en valores morales absolutos y líbremente escogidos, fines perseguidos por su propio valor intrínseco. Ambos rechazarían la creencia de que la historia preescribía las metas que debían ser perseguidas por hombres racionales en cualquier etapa, garantizando su final realización. Una exposición de las ideas de Sorel, sus raíces e influencias recibidas, así como del universo cultural de la época se puede ver en: Georges Sorel. El conductor de herejías. J.I. Lacasta, Talasa, Madrid, 1994. Así mismo el interesante artículo de Isaiah Berlin en Contra la corriente, F.C.E.,Madrid,1992, p. 375-414.

(2) Ver una posición más matizada de las influencias en Marx, en Mclellan, op. cit. pp.68 y 116.

(3) COLETTI, Lucio. ¿Qué queda del marxismo?. Artículo publicado en El País el 13-3-83.

(4) Hay muchos tipos de determinismos ( biológico, social, cultural…). Para Gouldner en su significado común: «Determinista es alguien que adhiere a una doctrina según la cual los sucesos de la naturaleza están determinados por causas precedentes y se producen conforme a las leyes naturales; y que, además, sostiene, que los actos de la voluntad son también el resultado de causas que los determinan». Op.Cit. p 78-79.

A Laplace( 1749-1827) se debe la más intransigente formulación físico-matemática del determinismo, la cual le permite sostener que una mente infinita podría predecir el desarrollo de la naturaleza durante toda la eternidad con tal de conocer, con absoluta exactitud, la distribución de las masas naturales y su velocidad en un momento determinado. ( L. Geymonat, Límites actuales de la filosofía de la ciencia, Gedisa, Barcelona, 1993, p 79).

(5) Chambers sostenía que toda la naturaleza se halla bajo el dominio de las leyes naturales. Decía que el hombre y su mente están gobernados por leyes naturales, con lo cual la distinción habitual entre lo físico y lo moral desaparece. A. Gouldner, op. cit. p.145.

(6) MARX, K. Ideología alemana. L»Eina. p 71.