Prólogo de Antonio Duplá al libro La Modernidad en la encrucijada. La crisis del pensamiento utópico en el siglo XX: el marxismo de Marx
“Ese huracán es lo que nosotros llamamos progreso” (W. Benjamin)
En la “Introducción” a un reciente libro suyo centrado en cuestiones epistemológicas y teóricas sobre las ciencias sociales, Unthinking Social Sciences, I. Wallerstein explica por qué ha elegido de forma deliberada el término unthinking en lugar del relativamente cercano y más habitual rethinking. En su opinión rethink (repensar) es un procedimiento habitual en el quehacer científico y resulta insuficiente para expresar el núcleo argumental de la obra. Esa tesis central, mejor recogida por el término unthink, es la imprescindible revisión de los paradigmas decimonónicos en el terreno de las ciencias sociales. Wallerstein destaca la imperiosa necesidad de un cuestionamiento de dichos paradigmas, en particular de nociones como desarrollo y progreso, ligados al proceso de una revolución industrial, que atenazarían hoy las posibilidades de reconstrucción de unas ciencias sociales que puedan cumplir un papel crítico en la sociedad actual. Para Wallerstein solamente unthink, es decir un no pensar en los términos tradicionales, un pensar a partir de premisas nuevas y propias, de presupuestos totalmente distintos, puede permitir dar ese paso epistemológico imprescindible. Sólo entonces la historia, la sociología, la economía, etc., podrán convertirse en instrumentos útiles para analizar el mundo que nos rodea (y, para algunos, intentar transformarlo) y también será entonces cuando podamos discernir lo todavía útil de dicho utillaje de lo ya ineficaz y obsoleto. Ése es uno de los grandes debates, si no el gran debate, en los que está inmersa la izquierda intelectualmente más dinámica y viva en el mundo.
Entiendo que este libro es una aportación a ese debate abierto, de gran amplitud y complejidad, en el que su autor, Kepa Bilbao, nos introduce en una densa red de problemas, interrogantes y discusiones.
El título completo de la obra (La Modernidad en la encrucijada. La crisis del pensamiento utópico en el siglo XX: el marxismo de Marx) puede dar una idea bastante acabada de su contenido y de sus tesis.
En primer lugar, hablar de encrucijadas supone cuestionar una concepción fundamental del pensamiento moderno y de su sentido de la historia. Me refiero a la idea del progreso y a una concepción de la historia lineal, de avance incontenible e inevitable hacia mayores cotas de riqueza y felicidad. En ese planteamiento no había encrucijadas, no había bifurcaciones. El camino estaba trazado y, eso sí, se podía recorrer a mayor o menor velocidad. Pero tanto desde una óptica burguesa capitalista como de una socialista la perspectiva, y el consiguiente optimismo histórico, eran similares. Por el contrario, la encrucijada exige un alto, un análisis de las opciones posibles, una reflexión y, finalmente, una elección. Las posibilidades son varias y antes de tomar una decisión habrá que sopesar las condiciones, las circunstancias, el contexto, los factores en juego. La historia se sale pues de los supuestos raíles y recobra su historicidad. Primera clave del título y primer problema.
El segundo cuerpo analizable nos remite a un tema, el pensamiento utópico, a una situación, la crisis, y a un marco cronológico, el siglo XX. Al parecer el pensamiento utópico existía antes en condiciones más saludables y, ciertamente, en el siglo XIX, por no volver la vista más atrás todavía, utopías de diverso signo contendían entre sí. Por una parte se auguraba la riqueza generalizada de naciones y personas, prometida por Adam Smith ya a finales del siglo XVIII de la mano del capitalismo triunfante. A ella se oponía por caminos distintos pero con la misma fe y confianza históricas, la utopía socialista y comunista, que prometía un mundo de igualdad y abundancia sin explotaciones ni opresiones. Sin embargo muy distinta es la situación en nuestro siglo, recorrido casi en su totalidad y en el que se han podido ver algunas de las mayores calamidades en la Historia de la Humanidad, surgidas muchas en la civilizada Europa y gracias a los paladines de los programas de uno y otro signo. Ninguna de aquellas promesas se ha cumplido y, por el contrario, vivimos hoy en unas sociedades más y más desiguales e injustas. La paradoja añadida es que, al mismo tiempo, nunca se habían conseguido tales grados de sofisticación tecnológica que, en teoría, permitirían vivir mejor a toda la población del planeta. Ahí reside también una de las claves de esta crisis, analizada en este libro. Me refiero a la consideración del papel y las posibilidades de la ciencia. Eses impresionante avance científico actual ha sido precisamente el que ha roto el mito de la ciencia, el que ha hecho ver sus límites y su falta de neutralidad en cuanto relación social, el que ha cuestionado su inefabilidad y su omnipotencia, que habían obnubilado a investigadores, intelectuales y líderes políticos y sociales del pasado siglo. Precisamente, si de la dimensión utópica se habla, del reino decimonónico de la utopía con científica se ha pasado hoy a la utopía negativa de la ciencia-ficción, cada vez menos ficticia.
Finalmente el marxismo. En la tarea de revisión y actualización del mensaje utópico y emancipatorio en la modernidad es incuestionable el papel central, aunque no exclusivo, que debe jugar el análisis crítico de la tradición marxista. Más lógica y legítima todavía parece esa preocupación, viniendo el autor de una corriente de intervención política, como es el caso, en la que el marxismo ha desempeñado un papel de primera fila. Pero el título de Kepa Bilbao delimita más el objeto de estudio: el marxismo de Marx. Porque Marx, además, ofrece el interés añadido de ser una figura plenamente integrada en la modernidad, como lo muestran sus deudas culturales, filosóficas o metodológicas, pero constituyendo al mismo tiempo, como evidencian su actuación política e ideológica, una oposición deliberada y radicalmente crítica con aspectos centrales de esa misma modernidad. El análisis de las obras e ideas del fundador (o cofundador si se prefiere) de lo que conocemos como marxismo permanece como un aspecto central de este trabajo, aunque luego también el autor se vea lógicamente arrastrado por la marea posterior de marxistas y marxismos, cuya trayectoria permite seguir las vicisitudes del pensamiento marxista en distintos contextos y circunstancias.
A partir de este título, que me he permitido interpretar para ilustrar el contenido del libro, el autor recorre y desgrana, como ya he dicho, toda una serie de problemas y debates, acompañado por una larga serie de autores, cuyas referencias y citas invitan a ulteriores búsquedas y lecturas.
Las dos partes del título corresponden a su vez, a grandes rasgos, a los dos bloques en los que está dividido el libro, el primero dedicado al marxismo, el segundo a la modernidad. En lo relativo al marxismo, el autor recorre la obra de Marx, deteniéndose en particular en los trabajos de sus últimos años y en la discusión historiográfica posterior a propósito de las distintas etapas del autor del Capital. Aspectos centrales relativos a la ética, el método o la concepción de la historia de Marx, así como a la deuda del llamado socialismo científico con el cientifismo de la época, dan lugar a sendos capítulos en este primer apartado. Particularmente polémico puede resultar el capítulo séptimo (Ciencia, ideología y religión) en el que Kepa Bilbao apunta los paralelismos escatológicos y salvíficos entre la religión y el marxismo. Se trataría, nos dice, de dos respuestas de distinto signo ideológico pero con similitudes estructurales innegables, que prometen ambas un paraíso frente a las incertidumbres y angustias de una época dada. Cierra esta primera parte del libro un análisis de las distintas revisiones surgidas en la propia tradición marxista, desde finales del siglo pasado con Bernstein y el austromarxismo, al calor del incumplimiento histórico de ciertas previsiones y expectativas planteadas en su día por Marx.
La segunda parte se centra directamente en las discusiones de las últimas décadas, a partir propiamente de la Segunda Guerra Mundial, sobre epistemología, esto es, teoría del conocimiento, la noción de ciencia, el alcance y las limitaciones de la utopía en nuestro siglo y, finalmente, sobre el estatuto mismo de la modernidad. Las páginas donde se recogen algunas de las propuestas más importantes sobre teoría de la ciencia (Popper, Feyerabend, Kuhn) o las dudas sobre las posibilidades de un pensamiento utópico de alcance universal, siguiendo a Berlin, en realidad van preparando al lector, ya pertrechado con suficientes recursos, para afrontar el debate de más actualidad, recogido en el último capítulo. Bajo el epígrafe La modernidad en la encrucijada se aborda allí, a modo de recapitulación, la discusión entre los denominados posmodernos, por una parte, y los post o neoilustrados, por otra. Sobre la mesa uno de los temas estrella de la polémica intelectual actual, es decir, la consideración de nuestra época y, en general, del mundo moderno nacido de la Ilustración como algo superado y superable o, por el contrario, como algo reivindicable en parte y, en todo caso, perfectible. La cuestión no es baladí, pues en última instancia se discute sobre la actitud ante la realidad, sobre los valores individuales y los colectivos, sobre el alcance de las transformaciones sociales o sobre las posibilidades de enfrentarse y cómo al mundo del capitalismo tardío a las puertas del siglo XXI.
Los sectores más críticos coinciden, con distintos acentos y matices, en el diagnóstico de los aspectos más negativos de la realidad. Pero a partir de ahí, las posiciones diversas se multiplican y resulta difícil alineamientos más generales. Desde el punto de vista histórico, parece razonable pensar, por ejemplo, que el mensaje de la Revolución Francesa es un mensaje inacabado e incompleto, pero que puede servir para la reactualización de la modernidad. Pareciera entonces que se daba la razón a la tendencia neoilustrada. Sin embargo, es igualmente innegable que la crítica posmoderna ha servido como aguijón para repensar toda suerte de convenciones y dogmas cientifistas, universalistas y optimistas y para revalorizar aspectos desdeñados por los grandes sistemas doctrinales, herederos en mayor o menor grado de la Ilustración. Por ejemplo, ¿cómo reactualizar el citado programa de libertad, igualdad y fraternidad, si no es aplicado a una denuncia del capitalismo y a una crítica de las limitaciones del sistema democrático actual, así como del tradicional etnocentrismo occidental? Es posible que, como recordaba Eugenio del Río en una mesa redonda reciente a propósito de “Cambio de época, cambio de mentalidades”, lo más conveniente sea mantener una actitud crítica en ambas direcciones. En cualquier caso, es patente que el excesivo optimismo de otros tiempos ha sido sustituido por una mayor lucidez en cuanto al curso real de la historia. Queda la duda de si la lucidez es hoy (¿inevitablemente?) pesimista.
El panorama resulta inevitablemente complejo y quizá lo más útil sea plantear en términos generales los debates de mayor actualidad y recoger un buen número de posiciones representativas de una y otra corriente en liza, intentando de esa manera trazar un cuadro amplio por el que desfilan unos y otras. De esa forma quienes no nos identificamos con esta sociedad, pero al mismo tiempo nos sentimos impotentes, por débiles, para cambiarla, podemos seguir afinando y puliendo nuestro instrumentos de análisis y de combate mientras esperamos tiempos y circunstancias más favorables.
Pienso que este trabajo de Kepa Bilbao puede ayudar perfectamente a cumplir esa misión, aunque en ocasiones el estilo, un tanto brusco y excesivamente comprimido, pueda añadir alguna dificultad. Tal vez ello responda a una táctica consciente del autor, que obliga así a quien haya caído en sus páginas a releer y pensar despacio sus palabras. Eso me ha sucedido a mí y el esfuerzo creo que ha valido la pena.