(Intervención de Joseba Luzárraga en la presentación del libro de Kepa Bilbao, Capitalismo. Crítica de la ideología capitalista del libre mercado. El futuro del capitalismo (Ed. Talasa, 2013), en el Casco Viejo de la villa de Bilbao, el 18 de abril de 2013)
Joseba Luzarraga
(Licenciado en Económicas y Empresariales, es MSC en el Massachusetts Institute of Technology)
A mi me gustaría empezar mi presentación haciendo referencia al estilo del libro de Kepa.
En alguno de sus libros -no recuerdo ahora cuál- P. Krugman, autor al que Kepa cita en su libro, dice que en economía hay dos clases muy diferentes de libros o publicaciones. Por un lado están las artículos económicos escritos en “griego” -de manera formal, teórica, matemática- o lo que es lo mismo, escritos por la comunidad académica para entenderse sólo con el resto de la misma y, por otro, los libros de aeropuerto que todos conocemos y que están escritos en un estilo como el de “Cómo saber economía en tres días”….escritos en un lenguaje muy asequible.
Pues bien, dice Krugman que lo difícil es escribir lo que está en griego en lenguaje de aeropuerto. Es decir, poner la ciencia en lenguaje claro. Y éste creo que es el primer logro a destacar del libro. Kepa nos traslada en un lenguaje muy claro lo que ha estudiado en fuentes primarias y lo que ve en la realidad de cada día.
Además lo hace tomando partido. Es decir, y como iremos viendo, no plantea la teoría sin tomar partido científico e ideológico, pero lo hace fundamentando su posición: lo que se agradece.
Estudia por otro lado un tema clásico, pero que en estos momentos vuelve a estar de actualidad: el del capitalismo y sus crisis.
El libro opta por un tratamiento histórico del capitalismo, imprescindible para entender el sistema capitalista, porque como dice Galbraith, a quien Kepa cita varias veces en este libro: “en lo que se refiere a la economía la historia es sumamente funcional”.
Por eso me preocupa algo que he leído recientemente (aunque no sé dónde) respecto a que no se utiliza mucho la historia en este tipo de investigaciones. Si es así, me parece un craso error. A título personal diré que a mi edad algo que echo de menos es la lectura de una buena historia universal de la humanidad que evidentemente no es fácil de encontrar. Pues bien, a falta de esa historia o como complemento a la misma recomiendo el libro de Kepa para hacernos una idea completa y rápida del capitalismo, sus logros y miserias, así como su futuro.
Respecto al contenido, el prólogo hace un resumen excelente de la obra por lo que yo me limitaré a dar unas breves pinceladas sobre cómo se puede abordar el libro a partir de tres ideas básicas.
Todos conocemos las nefastas consecuencias de la crisis actual….y probablemente algunos de los aquí presentes nos podrían explicar muy bien los errores doctrinales de la versión más agresiva del capitalismo imperante en este momento: el neoliberalismo. Kepa nos lleva a este mismo escenario al final de su libro, pero parte, como él dice, de: “¿cómo empezó todo esto?”.
El libro presenta como el primer eslabón en la historia del capitalismo la obra de Adam Smith. Ya sabemos, como decía Schumpeter, que Adam Smith no aportó ideas económicas completamente originales, pero supo estar en el momento justo con la obra oportuna: La riqueza de las naciones. Como dice Kepa, Adam Smith estableció el punto de referencia para la teoría económica liberal posterior. Se hizo famoso por su: 1. defensa del libre mercado 2. su posición crítica de la intervención gubernamental y 3. por su célebre metáfora de la mano invisible que conduce al individuo al bien colectivo aunque éste no lo pretenda expresamente.
Sin embargo, ya lo apunta Kepa en el libro y lo desarrolla ampliamente, existía también el A. Smith de la Teoría de los sentimientos morales, el profesor de Filosofía Moral. Un autor preocupado por las consecuencias morales del capitalismo y cuya preocupación no parece que la hayan compartido autores modernos del neoliberalismo como Hayek.
Yo sugeriría la lectura del libro teniendo en cuenta esas tres ideas básicas a las que hacía referencia y que están relacionados con los pilares en los que se funda la eficiencia del orden capitalista. La eficiencia del sistema capitalista se fundamenta en dos instituciones: el mercado y la empresa por un lado y un supuesto de comportamiento, la racionalidad económica, que tiene su fundamento en la “codicia” en términos de Kepa.
Si dejamos de lado la empresa que no se analiza en el libro, pero que también tiene una historia apasionante, podremos comprobar que el libro va desarrollando una amplia crítica de la teoría de la autoregulación de los mercados y de la “codicia” como motor eficiente de la actividad económica.
Y en esta crítica aparece con frecuencia la figura de Keynes a quien se le dedica un amplio espacio en el libro a mi modo de ver plenamente justificado. La economía de Keynes nace fundamentalmente de su observación de la realidad y de las deficiencias que él observa en el sistema capitalista y que son inadmisibles a su juicio por distintos motivos.
¿Cuáles son estas deficiencias en relación con los pilares del sistema que aborda Keynes y que Kepa comparte y nos presenta en el libro ? Dos fundamentales:
En primer lugar, la teoría de la racionalidad económica o del así llamado “homo oeconomicus”.
Y en este punto me gustaría tomar prestadas de un pensador de izquierdas un par de reflexiones sobre la inconsistencia de esta hipótesis. Este autor define esta hipótesis del agente económico racional como sigue: “El agente económico -o sea nosotros- según esta teoría sería una especie de “robot” que toma siempre sus decisiones a partir de las reivindicaciones proporcionadas por el cálculo de maximización intertemporal de una función de utilidad que se toma como indicadora del bienestar de esos agentes”. Lo he citado enteramente para que, como dice este autor, seamos conscientes de que ni tú ni yo podríamos comprar un manojo de puerros conforme a los requisitos de esta teoría, algo que, por otro lado, ya sabemos.
A nadie se le escapa que esta teoría no es realista. Pero si no es así, la pregunta es por qué se ha mantenido durante tanto tiempo. Pues como dice este autor hay varias razones, pero hay una muy interesante que curiosamente está tomada de M. Friedman (el guru del neoliberalismo como veremos luego) y que se conoce como “instrumentalismo metodológico”.
¿Qué es el instrumentalismo metodológico? Para decirlo de una forma más plástica, voy a pedirle a Kepa que cuente el único chiste que aparece en el libro [Hay un chiste muy popular entre los economistas que según Anatole Kaletsky nos dice más sobre las causas y consecuencias de la crisis que cualquier estudio de Wall Street: Un economista, un químico y un físico naufragan en una isla. Su único alimento es una lata de frijoles, pero no tienen abrelatas. ¿Qué harán? El físico dice: «Pongamos la lata al sol, podría fundirla y hacer un agujero». «No», dice el químico. «Deberíamos verter agua salada en la tapa, podría oxidarla». El economista interrumpe: «Están malgastando el tiempo con esas ideas complicadas. Presumamos que tenemos un abrelatas».] Lo importante es, pues, el “como si”, no si la hipótesis es realista o no.
No vamos a pensar que M. Friedman era “estúpido”. M. Friedman escribió allá por el año 1953 un ensayo que todavía hoy en día constituye una referencia en el campo de la metodología de la economía titulado “Metodología de la Economía Positiva”. Aunque la contribución más reciente a este artículo nos pretenda convencer de que la metodología de Friedman es una variante de la posición filosófica conocida como instrumentalismo, lo de Friedman es “instrumentalismo metodológico” como lo argumenta definitivamente B. Caldwell.
Friedman afirma que el propósito de la ciencia es la predicción y que el “realismo” de las hipótesis no importa. “El realismo total es inalcanzable y la cuestión de si una teoría es suficientemente realista sólo se puede resolver si dicha teoría da lugar a predicciones que son suficientemente buenas para el propósito para el que se utilizan o son mejores que las predicciones que puedan producir otras teorías”.
Pues bien, hoy en día los filósofos de la ciencia rechazan el instrumentalismo no sólo desde el punto de vista metodológico sino también desde el punto de vista epistemológico.
Para decirlo con mayor claridad, los instrumentalistas no admiten que aunque no
seamos capaces de conocer si una teoría es verdadera o falsa, es de hecho verdadera o falsa. Por eso, hasta K. Popper rechazó el instrumentalismo al entender que forzaba a los científicos a abandonar la búsqueda de la verdad.
Además, desde el punto de vista metodológico hay que clarificar cuál es el propósito de la ciencia. Si como dice Friedman el propósito de la ciencia es encontrar teorías que sean capaces de predecir adecuadamente, el instrumentalismo es un instrumento metodológico adecuado. Pero si el propósito de la ciencia es el descubrimiento de teorías que expliquen la verdad el instrumentalismo no sirve. De modo que en el extremo, la preocupación por la predicción adecuada puede forzar a los científicos a preferir la correlación estadística a la explicación causal si aquella permite hacer mejor las predicciones.
Creo que los que aquí estamos compartiremos que nuestra preocupación va más allá de la idoneidad predictiva de la ciencia para admitir que estamos interesados en la búsqueda de la verdad aunque este camino sea muy largo. Por lo tanto, no queremos admitir el “instrumentalismo ideológico” por muy elegante que sea. Compartiremos, espero, que en los comportamientos humanos hay unos impulsos extraracionales que Keynes definía como los “espíritus animales”. Y cito a Keynes: “al calcular las posibilidades de inversión debemos tener en cuenta por tanto los nervios y la histeria y aún la digestión…..”
La segunda crítica que está íntimamente unida a la anterior se refiere al comportamiento de los mercados. Uno de los temas centrales del libro de Kepa es la denuncia de la teoría de la autorregulación de los mercados.
Como primera anotación a la tesis de la eficiencia de los mercados que se autorregulan hay que decir que la teoría supone que el sistema de mercados perfectamente interconectados es completo. Es decir, que existe un mercado para cada producto o servicio en todas las dimensiones y esferas de la vida social. Afortunadamente podemos decir que esto no es así y que lo humano es más que lo puramente económico, ya que de no ser así hoy no estaríamos aquí reunidos.
El análisis y hasta la reivindicación de Keynes e incluso de los post-keynesianos que se hace en el libro con respecto a esta crítica de la autorregulación de los mercados es abundante y detallada.
Keynes nos dice que no es correcto deducir de los principios económicos que el propio interés debidamente informado actúa siempre para el bien común.
Como dice Kepa, la novedad radica en que Keynes está convencido de que “la incertidumbre y la consiguiente inseguridad social y política son la norma y no la excepción en las economías capitalistas”. Por ello, la intervención, sobre todo para gestionar la demanda, es la condición necesaria para el bienestar económico y para la supervivencia de los mercados. Frente a Hayek, uno de sus oponentes y pioneros del neoliberalismo, el capitalismo era para Keynes el mal necesario guiado por una necesidad poco agradable como es el “amor al dinero”.
Ahora bien, aunque Keynes escribió un Tratado que, como dice Kepa, significó un acontecimiento de impacto similar al de la Riqueza de las naciones, su enfoque básico fue más bien práctico y no tanto puramente teórico. Quizá por ello el Tratado se convirtió en la referencia fundamental de la política económica durante muchos años.
Los resultados históricos de este planteamiento keynesiano y el bienestar social que se generó desde el año 1945 hasta mediados de los 70, en parte debido a estos planteamientos de intervencionismo selectivo, se detallan ampliamente en el libro.
Sin embargo, esta época de prosperidad llegó a su fin a mediados de los 70 y después de una época de altibajos ha terminado en una crisis de enormes proporciones como la actual.
Así como la época de prosperidad que va desde 1945 a mediados de los años 70 puede relacionarse con las doctrinas keynesianas y las del Estado de bienestar, ¿podemos identificar alguna escuela como responsable de las excesos de estos últimos años que han desembocado en la terrible crisis actual? Kepa le dedica a esta nueva escuela, al neoliberalismo, dos capítulos muy interesantes. Identifica a dos pensadores clave, Hayek y Friedman, y a dos ejecutores de sus teorías por todos conocidos, M. Thatcher y R. Reagan.
En efecto, si la crítica que hemos apuntado se puede aplicar a la teoría neoclásica, debería ser más rotunda cuando nos referimos a la versión actual de la misma, al neoliberalismo, que ha llevado al extremo, como hemos apuntado, algunas de las hipótesis más discutibles del sistema capitalista. Creo que el neoliberalismo, al no admitir las deficiencias del sistema capitalista, ha representado el mundo como el ideal de un “fundamentalismo económico” que ha degenerado en una ideología.
Esta radicalización respecto a las teorías neoclásicas es muy clara en lo que se refiere al planteamiento moral de este “orden económico” que es el sistema capitalista. Dice Hayeck que la moral no es necesaria porque este orden es neutro. El sistema no es ni bueno ni malo. Es eficiente y punto. Ya lo advierte Kepa: suele ser corriente entre los teóricos liberales separar economía y moral y ver la moral como algo dañino cuando se la introduce en la esfera económica. Sin embargo, esta posición radical no era compartida por pensadores como A. Smith como espero que lo puedan compartir hasta los más neoliberales.
Y esta neutralidad no es admisible. Cualquier sistema tiene que tener su justificación, su anclaje fuera de sí mismo: lo dijo Godel ( a quien M. Friedman cita en su famoso trabajo antes citado) en su segundo teorema. Y un sistema que afecta directamente a la vida social tiene que tener su anclaje en la moral. De hecho, autores como Keynes entendían la economía como una disciplina de la filosofía moral. Sólo el fundamentalismo de la nueva corriente neoliberal lo ha dejado de lado. Ahora bien, la fundamentación debe basarse en una moral que a su vez tenga sus raíces en la realidad de los conflictos y las pasiones humanas.
Los “resultados” que la colaboración de estas ideas de Hayek y Friedman y las políticas de Pinochet, Thatcher y Reagan produjeron en Chile, Reino Unido y Estados Unidos se detallan en el capítulo 6.
Finalmente un comentario sobre la crisis. Cuando Kepa habla de la crisis del pensamiento económico dominante hoy día, en el capítulo 8, nos dice que la crisis actual arranca precisamente de la desregulación de los mercados financieros soportada por toda una teoría de eficiencia de la desregulación que contribuyó a desarmar a los Gobiernos y a eliminar las cautelas frente a los riesgos y la incertidumbre.
Y a mi me parece que este es un resumen muy acertado de las causas clave de la crisis actual. En el origen de esta crisis está, no hay duda, la incapacidad y la dejación de los gobiernos para enfrentarse a los riesgos financieros por la debilidad en que se encuentran debido a la brutal desregulación y al desconocimiento de tales riesgos, debido en parte a la complejidad de los mismos y a la dejadez de su responsabilidad política.
En cuanto a la crisis, hay amplias e interesantes citas de autores tan importantes como Krugman, Stiglitz, etc. y hasta del viejo Kindleberger (a quien no dieron el Nobel a pesar de que probablemente lo tuvo bien merecido) todos ellos de algún modo relacionados con el MIT que de forma contundente repudian científicamente el pensamiento de esta nueva corriente y las funestas consecuencias que algunos comportamientos fomentados o tolerados, al amparo de estas ideas, están teniendo para los más indefensos.
Por supuesto hay también al final, como no podía ser menos, un análisis muy interesante sobre la globalización y sus consecuencias y un descubrimiento de un autor que presenta algunas ideas muy claras sobre este fenómeno y sus consecuencias así como el trilema de la globalización, soberanía nacional y la democracia: el profesor de la escuela de gobierno de Harvard D. Rodrik. Yo no lo conocía y espero seguirle de cerca en el futuro
Eta azkenik, betiko galdera datorkigu burura, zein den kapitalismoaren etorkizuna eta zer egin behar dugun.
Kepak proposatzen diguna ezagutzeko liburua erostera animatzen zaituztet, halere bertan irakurri ditzakegun pare bat gauza aurreratuko dizkizuet.
Kepak lehenbizi adierazten digu sistema kapitalista oso moldakorra dela. Egokitzeko gaitasun handia duenez ez da erraza zein etorkizun izango duen asmatzea. Etorkizun posible hauetariko bat Keynes-ek aurreratua izan liteke, halaber demokrazia liberal eta kapitalismoak duten aukeretariko bat sozialismorantz hurbiltzea dela.
Bigarrenez historiak gaur egungo egoera ulertzen lagundu arren etorkizunerako hutsik egiten ez duen gida ez dela idazten du. Gure betebeharra bidezkoagoa den sistema baten alde lan egitea da.
Erakundeak eta gizartea aldatzeko lan egin behar dugula jakin behar dugu, horrela jokatu ezean badakigulako zer datorkigun: dagoeneko orainaldi bilakatu den eta maila guztietara heltzen den txirotasunez beteriko etorkizuna.
Eta horretarako Keparen liburua erosiz argi izan dezagun zergaitik heldu garen honaino, Keynes-ek, beharbada apur bat “inuzente” zioen bezala: «konbentziturik bainago sorturiko interesen boterea asko puztu dela ideien transgresioak…. manipulazioak suposatzen dutenarekin alderatuz».
* Traducción al castellano: Y para terminar la clásica pregunta, ¿cuál es el futuro del capitalismo y qué debemos hacer?.
Pues para que podáis conocer lo que Kepa propone yo os animo a comprar el libro aunque sí voy a anticipar un par cosas que aparecen en él..
La primera apuntada por Kepa es que el sistema capitalista es muy versátil y tiene una gran capacidad de adaptación por lo que no es fácil adivinar su futuro. ¿Podría ser una de estas opciones de futuro la insinuada por Keynes de que la democracia liberal y el capitalismo contienen muchísimas posibilidades entre ellas una aproximación al socialismo?.
La segunda es que la historia que nos ayuda a comprender el presente no es una guía infalible del futuro. Nosotros debemos trabajar por un sistema más justo.
Debemos ser conscientes de que hay que trabajar por cambiar las instituciones y la sociedad ya que de lo contrario sabemos que nos espera un futuro que ya es presente de mayor pobreza en todos los órdenes.
Y para ello tengamos claro por qué hemos llegado hasta aquí comprando el libro de Kepa porque como decía Keynes, no sé si un poco ingenuamente: “estoy convencido de que se ha exagerado mucho el poder de los intereses creados cuando se compara con la transgresión de las ideas…” .