Skip to main content

Kepa Bilbao
(Marzo-Abril de 2004)

Estas elecciones con 191 muertos y 1400 heridos, a tres días de su celebración, han sido las más dramáticas y sangrientas de las celebradas hasta hoy. No son los primeros comicios que han tenido lugar tras un atentado. ETA ha matado en varias campañas: en el 2000 al dirigente socialista vasco Fernando Buesa; en 1996, al socialista Fernando Múgica, y en 1993, al entonces presidente del Tribunal Constitucional y amigo personal de Felipe Gonzalez, Francisco Tomás y Valiente. Pero ninguno de estos ha tenido ni la dimensión trágica, ni la capacidad de influir en el curso de los acontecimientos políticos como el perpetrado en Madrid por un grupo al que se le relaciona con Al-Qaida (La base).

Cuando escribo estas notas, los hechos están demasiado calientes y próximos en el tiempo como para sacar conclusiones definitivas en cuanto a su influencia en el voto. Si bien es evidente que lo han tenido, y que lo que se discute es su alcance, también lo es que otro tanto cabe decir de lo que ha ocurrido con anterioridad, esto es, de los efectos producidos en la ciudadanía por la política y las maneras que el Gobierno Aznar ha venido exhibiendo y practicando, particularmente, estos dos últimos años. Creo que no responde a la verdad de los hechos, y que son un insulto a toda inteligencia media mínimamente compleja, las explicaciones que se están dando estos días por algunos líderes políticos y medios periodístico/radiofónicos conservadores que achacan los resultados a la falta de firmeza de una ciudadanía que, traumatizada por el terrible atentado, habría sucumbido a ciertas manipulaciones informativas interesadas, cediendo, en última instancia, al chantaje del terrorismo. Por el contrario, a diferencia del 11S en EEUU, el 11M ha puesto de manifiesto la existencia de una ciudadanía crítica y activa que no se ha dejado llevar por la exaltación reaccionaria del discurso patriotero y de los valores más conservadores. Lo que aquí ha primado ha sido la exigencia, desde la calle, de la verdad al Gobierno, gritando <<¿Quién ha sido?» «Queremos la verdad, antes de votar» «No a la guerra» y votando más en contra de que a favor de.

Las crisis agudas generan cohesión en torno a los gobernantes. ¿Por qué los indecisos, los conmocionados, los abstencionistas, los nuevos electores… han votado al PSOE y no al PP? ¿ Por qué se ha producido el vuelco electoral cuando lo que se dirimía en estas elecciones era si el PP revalidaba o no la mayoría absoluta? Mas adelante volveré sobre esta cuestión tan controvertida estos días.

¿Para cuándo otro más justo y abierto?

Dicho lo anterior y antes de entrar en harina con los datos y las valoraciones, quisiera llamar la atención sobre las distorsiones que produce el sistema electoral que tenemos. Un sistema que otorga una sobrerepresentación a los partidos mayoritarios de ámbito estatal frente a los que se presentan en determinadas nacionalidades y regiones o a las formaciones estatales de ámbito medio.

Estas elecciones no han hecho más que corroborar esta teoría. El sistema electoral, ayudado por el comportamiento de los principales medios de comunicación, provoca o lleva al elector al voto útil y al bipartidismo. El PP y el PSOE han obtenido en torno al 80% de los votos válidos emitidos, pero han acabado acaparando el 90% de los escaños del congreso. Los socialistas han obtenido 164 y los populares 148, mientras que los 38 diputados restantes se reparten entre los otros nueve partidos que han conseguido representación parlamentaria. Así, IU ha obtenido un total de 5 diputados, siendo su fuerza proporcional equivalente a 18 escaños. CIU, ERC y BNG han obtenido cada uno de ellos un escaño menos de los que les habrían correspondido proporcionalmente. El Partido Andalucista, el Bloque Valenciano y Progresistas de Baleares no han obtenido representación, cuando su respaldo electoral en votos equivaldría a 3, 1, y 1 diputados respectivamente.

Lo que provoca estas distorsiones no es tanto la fórmula matemática conocida como ley D`Hondt (un método menos proporcional que el sistema Saint-Lague o el de residuos máximos) que ya de por sí beneficia a los partidos más votados, sino sobre todo el reparto de escaños por provincias. Esto es lo que hace, por ejemplo, que IU pierda 13 escaños en el reparto, mientras el PSOE gana 7 y el PP 9 diputados. Es evidente que este sistema merma el pluralismo político consagrado como un valor superior por la propia constitución. Así tenemos que cada diputado del PSOE ha necesitado 66.522 votos para salir elegido; cada uno de los del PP, 65.071; los de IU, 253.906 cada uno; los de CiU, 82.904; los de ERC, 81.249; los del PNV, 59.593, el de Na-Bai 60.645, el de la Chunta Aragonesa 94.000, los del BNG, 102.806. Esto no quiere decir que abogue por un criterio tan injusto como es el de tratar igual lo que es desigual. Porque, si se fijara la totalidad del territorio estatal como circunscripción única, la representación en el Congreso de los Diputados se establecería sin tener en cuenta la realidad plurinacional del Estado español. Sucedería lo que ocurre ya con las elecciones al Parlamento Europeo, de cara a las cuales los partidos nacionalistas de diferentes nacionalidades deben agruparse para poder competir con las grandes formaciones de ámbito estatal si quieren lograr un escaño. Así, partidos vascos y gallegos se ven obligados a formar coalición con sus congéneres catalanes o de algún otro territorio del Estado español como es el caso de la Chunta Aragonesista y el Partido Andalucista.

El sistema electoral, marginando los restos, ha propiciado el auge de dos grandes partidos obligando a los pequeños a concentrar el voto en demarcaciones autonómicas, empujándolos a adoptar posiciones nacionalistas en la lucha del mercado electoral.

Habría que empezar por otorgar a las comunidades autónomas una consideración electoral de la que carecen en la actual legislación, que salta de la provincia al conjunto estatal sin ninguna estación intermedia. Considérense las discusiones que hay en estos momentos en la UE sobre el peso relativo que deben tener los diferentes estados en los órganos continentales de representación. Hay modos de evitar que se produzcan desigualdades tan escandalosas como la que sufre IU en estos momentos sin que eso obligue a violentar los derechos de las poblaciones de las nacionalidades y regiones. Por ejemplo, la asignación final de una cierta cantidad de escaños a partir de los restos de votos (de los votos que no han servido en cada circunscripción para conseguir un escaño). IU es, con enorme diferencia, el partido que se queda con una mayor cantidad de «restos», es decir, de votos no traducidos en escaños.

Para analistas políticos como Javier Ortiz la consideración de la comunidad autónoma como circunscripción, en particular de cara al Senado y al Parlamento Europeo, y la determinación de un cupo de escaños que se atribuyan a partir de la suma de restos, son dos reformas urgentes de la legislación electoral (Apuntes al natural, 29-3-04). Siendo este un tema controvertido, lo que importa señalar es que son muchos los votantes que se quedan sin representación parlamentaria. Hace falta que la reforma constitucional llegue también al sistema electoral para dotarnos de una ley más equitativa y que, además, aborde el tema de las listas cerradas y bloqueadas que dan a las oligarquías de los partidos un dominio casi absoluto sobre los diputados.

Desde luego, esta reforma es más urgente y de mayor trascendencia que, por ejemplo, la simbólica de modificar el orden sucesorio de la Corona para corregir la discriminación de la mujer. Si de evitar discriminaciones se trata, habría que empezar por eliminar la de mayor peso, el derecho de una sola familia a la jefatura del Estado. Uno se pregunta qué sentido tiene seguir perpetuando una institución predemocrática, pero bueno, en la medida que nos hemos convertido en un País de países de monárquicos funcionales, parece que hoy esta exigencia democrática, vista como maximalista, no tendría ningún éxito de prosperar.

Otro tema de envergadura y que simplemente lo apunto es el de los emigrantes y su falta, entre otros, de derechos político/electorales. ¿Qué justicia es la de una sociedad que los admite para trabajar y para morir pero no para votar? Se hace preciso y urgente ensanchar la democracia realmente existente también en este punto. Está, así mismo, el caso del porcentaje de votantes significativo que en Euskadi y Navarra se quedan sin representación por la ilegalización de su formación política.
¿Para cuándo otro sistema electoral más justo y abierto? ¿Para cuándo la revisión de la actual ley de partidos y su financiación?

Los resultados

Aunque en estas notas me voy centrar especialmente en Euskadi y Navarra quisiera hacer algunas consideraciones sobre los resultados generales y alguna puntualización sobre lo que se viene diciendo en torno a la victoria del PSOE.

El PP pierde 700.000 votos más la parte alícuota por el aumento de la participación y la incorporación de nuevos votantes, casi 7 puntos porcentuales. Ha perdido votos en 50 de las 52 circunscripciones: sólo ha ganado apoyos en Ceuta y Melilla. Las mayores pérdidas, por encima de los 10 puntos, han sido en Euskadi, Navarra y Aragón. Aún así, se mantiene en primer lugar en la comunidad de Madrid ( por una diferencia de 30.000 votos respecto al PSOE, en Madrid ciudad, la diferencia pasa de 400.000 en el 2000 a los 100.000 votos de ahora), Pais Valenciá, Galicia, Asturias, las dos Castillas, Región Murciana, Canarias, Illes, Navarra (con UPN), La Rioja…y Ceuta y Melilla.

El PSOE gana tres millones de votos y nueve puntos. Supera al PP en 1.279.000 votos. En todas las comunidades autónomas el PSOE acorta distancias respecto al PP, aunque destacan las comunidades de Valencia, Madrid, Galicia, Canarias, Aragón, Illes… Se mantiene como primera fuerza en Cataluña y Andalucía y desbanca al PP como primera fuerza en Aragón y Extremadura.

IU obtiene casi 1.300.000 votos (incluido Cataluña), pierde un punto (100.000 votos) y sobre todo obtiene muy mal resultado en escaños, se queda con cinco de sus nueve diputados, con pérdidas simbólicas importantes (Andalucía, Asturias,…). Sin contar los obtenidos por los ecosocialistas catalanes (dos), IU se queda sólo con representación parlamentaria en Madrid (dos) y Pais Valenciá (uno).

El PP pierde estrepitosamente en tres puntos políticamente claves de la geografía: Cataluña, Andalucía y Euskadi-Navarra. La política del Gobierno del PP de máxima confrontación, crispación y simplificación con el nacionalismo vasco, catalán y el gobierno de Chaves en Andalucía, le ha acarreado unos malísimos resultados en dichas comunidades. En Cataluña Piqué se va a pique, pierde la mitad de su representación de 12 pasa a 6 y unos 148.000 votos colocándose el PP como en tiempos de AP. Pasa a ocupar la cuarta plaza detrás de PSOE, CIU y ERC, cuando aspiraba a ser la segunda, convirtiéndose en partido extraparlamentario en las provincias de Girona y Lleida. El electorado catalán ha respaldado, por un lado, el cambio de Gobierno en Madrid y, por otro, al tripartito de izquierdas (socialistas, republicanos y ecosocialistas) surgido de las elecciones autonómicas del pasado noviembre. El dato quizás más relevante sea el espectacular aumento de votos de ERC en detrimento de los conservadores de CIU que pierden más de 140.000 votos y cinco diputados. Esquerra Republicana triplica su número de votos alcanzando los 636.810 y pasa de uno a ocho diputados. Se puede decir que es un fuerte espaldarazo a la apuesta de Carod Rovira por un nacionalismo cívico, de inspiración republicana y alejado de esencialismos culturales, lingüisticos o étnicos. En Andalucía el PSOE-A arrasa y vuelve a conseguir la mayoría absoluta en las elecciones autonómicas. Esto responde a la existencia de unas posiciones ideológicas de centro-izquierda estables en el electorado andaluz. Consigue una gran parte de los 118.000 votos perdidos del electorado centrista del PP, además de casi todo el voto nuevo juvenil y el voto de los tradicionales abstencionistas de izquierda. El voto urbano, el de las capitales de provincia y grandes ciudades, ha pasado, en una gran proporción, al PSOE-A en las autonómicas, siendo aún mayor este trasvase en las generales. IU-A mantiene sus seis diputados en el parlamento andaluz, pero al perder 50.000 votos en las generales pierde los tres que tenía en Madrid. Otro tanto le ocurre al P.Andalucista que mantiene sus cinco parlamentarios en Andalucía, pero al sacar 90.000 votos menos en las generales que en las autonómicas pierde el escaño que tenía en Madrid. Zapatero saca más votos en las generales en Andalucía -100.000 más- que Chaves en las autonómicas y Rajoy, aún descendiendo 130.000 votos respecto al 2000, ha superado en 98.000 votos los obtenidos por Teófila Martínez en las autonómicas de este año. Esto, tal vez, tenga que ver con que la población andaluza conceda más importancia a las generales que a las autonómicas; y, también, con que en las autonómicas se expresa un voto más plural. El PP ha retrocedido en Andalucía a los niveles de hace una década. Teófila Martínez ha sido sustituida por quien ha diseñado desde Madrid su acoso a la Junta de Andalucia, por un desgastado Javier Arenas, que ya sufrió otras dos derrotas ante Chaves, en 1994 y 1996.

Respecto a Euskadi y Navarra me extenderé luego. La debilidad del PP en Cataluña y Andalucía le impide tener la posibilidad de bloquear siquiera la reforma estatutaria. Los dos tercios que se exigen en el Parlamento de Cataluña y los tres quintos en el Parlamento de Andalucía se consiguen holgadamente sin el PP. Eso sí, para la reforma de la constitución, caballo de batalla de esta legislatura, se necesita obligatoriamente el concurso del PP. Es por ello que no conviene perder de vista que el PP, pese a su derrota, cuenta con un potencial electoral y una representatividad nada despreciable para hacer una dura oposición al Gobierno reformista de Zapatero: 9,7 millones de votos, la presidencia de más de la mitad de las comunidades autónomas, las alcaldías de 30 capitales de provincia y una mayoría relativa en el senado. El escrutinio de junio a las europeas dará cuenta de la solidez de los respaldos obtenidos por los diferentes partidos. Por otra parte, todo indica a que el Partido Popular ha decidido no hurgar en las causas que le han llevado a su derrota como quien evita tocar sus heridas. Sobre todo porque cualquiera de las explicaciones posibles conduciría a la puesta en cuestión de su cohesión interna. Cohesión que por otra parte ya ha empezado a chirriar en algunos sitios. En cualquier caso, a diferencia de algunas izquierdas, la práctica de la autocrítica no suele ser muy propio de las derechas.

Acerca de la victoria del PSOE

En cuanto a la victoria del PSOE, habría que empezar por recordar que en las recientes elecciones municipales aventajó por 100.000 votos al PP. Esto ya daba alguna pista sobre el suelo electoral del PSOE para encarar las generales. Las encuestas y el ambiente previo al 14 M, si bien eran favorables al PP, también es cierto que a medida que el día 14 se acercaba la distancia entre PSOE y el PP se acortaba. El atentado de Madrid lo que viene es a dar un terrible acelerón a una tendencia que ya venía produciéndose, aunque de manera lenta, activando la movilización de los votantes abstencionistas de izquierdas que espoleados por el atentado y la catastrófica gestión del PP de la crisis provocó la concentración del voto de izquierdas en el PSOE como el voto útil para castigar al PP. A esto habría que añadir el porcentaje de nuevo voto joven que al parecer ha ido en una buena proporción a parar al PSOE. El llamado voto nuevo joven forjado en el ambiente de la cultura contra la guerra.

Según comentan algunos expertos y se puede apreciar en el cuadro, el resultado del 14 M es coherente con el de 1996 y anteriores. Las elecciones atípicas fueron las del 2000. La mayoría absoluta de Aznar en el 2000 vino dada por la alta abstención de votantes del PSOE e IU, que no habían superado sus respectivas crisis internas derivadas de las retiradas de Felipe Gonzalez y Julio Anguita, que fueron sustituidos por los candidatos de circunstancias Joaquin Almunia y Paco Frutos. Todo ello en un contexto de reactivación económica y fuerte ofensiva de ETA contra concejales del PP y PSOE. En el 2000 se abstuvieron unos 2.750.000 votantes de izquierda, que en 1996 habían votado al PSOE (1.500.000) o a IU (1.260.000). Esa fue la clave del resultado del 2000, el reparto de escaños produjo la mayoría absoluta del PP, que incrementó sus votos en 600.000, en parte procedentes del PSOE, sin duda. Estos abstencionistas de izquierda determinaron las estrategias electorales del 2004. Con objeto de que estos abstencionistas no se movilizaran el PP diseñó una campaña plana, presentando a Rajoy como un gestor. El PSOE intentó movilizarles con la llamada al voto útil para desalojar al PP del gobierno. (1)

Nunca sabremos qué hubiera ocurrido sin la tragedia del 11M, pero estudios del C.I.S. avalan la tesis de que la distancia entre el PP y el PSOE no sería excesiva. Como dice J. A. Gómez Yánez -profesor de sociología en la Universidad Carlos III de Madrid- el 11M desencadenó un tenso proceso te toma de decisión en aproximadamente millón y medio de personas, condensado en pocas horas que se tradujo en una corriente de opinión que se abatió contra el PP. El atentado revivió la guerra de Irak y la forma como el gobierno gestionó la información creó el caldo de cultivo de la desconfianza hacia el gobierno. El profesor Yánez sostiene que este millón y medio de votantes eran los abstencionistas del 2000 que en 1996 habían votado IU, más algunos nuevos votantes. Y puede pensarse que esta corriente de opinión retiró el apoyo al PP de unos 700.000 electores, que se abstuvieron o votaron al PSOE, en escasa cantidad. Concluye que los resultados reflejan la estabilidad de los alineamientos de los noventa. En todo caso habrá que esperar a nuevas investigaciones de los sociólogos electorales para tener una idea lo más cercana a la realidad.

Otras consideraciones

En forma telegráfica cabe señalar las siguientes. La división en dos mitades algo desiguales del nacionalismo catalán (CIU 20,8%; ERC 15,9%). La paulatina concentración del nacionalismo vasco en el PNV. La pérdida de 100.000 votos y un diputado del BNG, a favor del PSdG-PSOE. El constante incremento de la abstención activa, (668.000 nulos y blancos), el lugar mágico del voto en blanco del que nos habla Saramago en su última novela -junto con el nulo- se coloca en la quinta fuerza en votos y nos dice algo sobre la calidad de la política que se viene haciendo. El teléfono móvil como instrumento de movilización política. Conviene recordar el caso del ex presidente de Filipinas Joseph Estrada, quien el 20 de enero del 2001 pasó a la historia como el primer gobernante que se vio forzado a dimitir con motivo de una revuelta popular política pacífica desatada por los mensajes de texto difundidos a través de teléfonos móviles. Con la dimisión de Estrada nació la leyenda de la generación txt como sujeto político. Ya antes, grupos autónomos, ensayaron este método en Seatle en 1999. Pero ha sido el 11M cuando la generación txt ha exhibido por segunda vez una gran inmediatez para movilizarse.

El péndulo

No conviene perder la perspectiva histórica. Esta es la tercera alternancia política desde 1978. La primera se produjo en 1982, cuando el Gobierno de centro-derecha de Leopoldo Calvo Sotelo -que había suplido a Adolfo Suárez tras la dimisión forzada de éste- fue sustituido por otro de centro-izquierda liderado por Felipe Gonzalez. La segunda se dio en 1996, cuando el centro-derecha volvió al Gobierno al mando de J. M. Aznar. Y la tercera acaba de producirse con la vuelta al Gobierno del PSOE y muy mal deberán ponerse las cosas para los socialistas para que éste su segundo ciclo en el gobierno central no vaya más allá de la legislatura que ahora comienza.

Si bien estas oscilaciones cíclicas corresponden al vaivén pendular entre la derecha y la izquierda, de acuerdo a la principal divisoria política que articulan nuestras sociedades occidentales, en nuestro caso, el cambio de ciclo desde la muerte del dictador Franco ha tenido, hasta el presente, la particularidad de producirse por circunstancias traumáticas. Si hoy el socialismo se ha hecho con el Gobierno tras la guerra de Irak y los atentados de Madrid, en 1982 triunfó después de un golpe de Estado. Los conservadores del PP, a su vez, resultaron victoriosos en 1996, tras los escándalos de corrupción y la guerra sucia del GAL. ¿Se normalizará la alternancia en el futuro o una nueva sacudida llevara a los conservadores de nuevo al poder?

La segunda divisoria importante es la que se da entre los partidos estatales (PSOE-PP-IU) y los nacionales y regionales (PNV-CIU-ERC-BNG-CC-CHUNTA-NA-BAI…), la cual, se ha saldado con una victoria de estos últimos al pasar a disponer de nuevo de un claro poder arbitral al perder la mayoría absoluta el partido representante del Estado. En el eje de confrontación territorial se ha producido también la alternancia.
El nuevo gobierno del PSOE, al margen de cual vaya a ser su comportamiento a medio plazo, mueve todas las fichas del tablero político en el que se estaba jugando en los últimos años y obliga a todo el mundo a repensar su política. Por de pronto, Zapatero es nombrado presidente del quinto Gobierno elegido por las urnas desde 1979 con los votos de 183 diputados que representan a 13,4 millones de electores. Son los votos de las distintas izquierdas, de una izquierda muy plural (PSOE, IU, ERC, BNG y Chunta Aragonesista) más los nacionalistas canarios. Los nacionalistas conservadores catalanes (CIU) y la totalidad de los nacionalistas vascos (PNV, EA y NA-BAI) han preferido en esta ocasión optar por la abstención y lógicamente los conservadores del PP por el voto en contra.

En el 2004 la participación es del 75,91%. Dos puntos menos que la media nacional española y más de 11 puntos por encima de las elecciones del 2000. En Bizkaia 6 puntos más, 7 en Araba y 17 en Gipuzkoa. Abstención 24,09%. Voto blanco 1,25%. Voto nulo 7,75%.
El voto nulo de Batasuna, descontado el técnico, es de 6.477 en Araba, 39.090 en Bizkaia, 46. 411 en Gipuzkoa y 11.843 en Nafarroa. Total: 103.821. Si descontamos Navarra, 91.978 en la CAV ( fuente Berria egunkaria)

Por primera vez en unas elecciones generales la relación se invierte de forma favorable al nacionalismo vasco. Respecto del 2000 el no nacionalismo vasco pasa de ser el 51,6% al 46,6% y el nacionalismo vasco pasa al 51,42%.

El PNV es el ganador de las elecciones generales en Euskadi con 417.154 votos, casi 70.000 más que en el 2000. Son los mejores resultados del PNV en unas generales y los segundos mejores que logra en solitario, tras los cosechados por Garaikoetxea en las autonómicas de 1984. Sin embargo, no llega al record que alcanzó con EA en las autonómicas del 2001, sumando a los obtenidos esta vez por EA se quedaría a 106.450 votos de aquel registro.

Mantiene los 7 diputados, la primacía en Bizkaia y en Gipuzkoa y el tercer puesto en Araba. Son a su vez un espaldarazo a la nueva dirección encabezada por J.J.Imaz. Refuerzan su liderazgo interior de cara a los comicios internos de mayo en pugna con el sector de Egibar. Significativa me ha resultado, en esta gran victoria del PNV, la ausencia de Arzalluz y Egibar en la noche electoral.

El PNV reafirma su hegemonía en el seno de la comunidad nacionalista vasca a una distancia considerable de EA, Batasuna y Aralar, los cuales, suman menos de la mitad de los votos del PNV. Esta situación le deja bastante cómodo a Imaz y a la nueva elite jeltzale para encarar el viraje los próximos tiempos hacia un entendimiento -no sin problemas- pero inevitable a la postre, con el otro gran vencedor de estas elecciones, el PSOE.

Desde que hace tres años el PNV tomó la iniciativa con el llamado Plan Ibarretxe, tras la ruptura de la tregua de ETA y el consiguiente descalabro de Lizarra, no ha dejado de reforzarse electoralmente, a costa, sobre todo, del progresivo desgaste del mundo de Batasuna. En esta ocasión también, la mayoría de los 40.000 votos perdidos por Batasuna respecto de las municipales del año pasado, han ido a parar al PNV y no a EA ni a Aralar.

El PSOE es el vencedor inesperado en tiempo de descuento de estas elecciones. Recuperan el segundo puesto en Euskadi y obtienen los mejores resultados desde 1982. Sube tres puntos porcentuales. Empata en diputados con el PNV, a sus cuatro anteriores suma ahora los tres perdidos por el PP y 70.000 votos más, que es parte de lo que pierde el PP, pero no todo, si tenemos en cuenta que el PP pierde casi 100.000 votos a los que hay que sumar la parte alícuota correspondiente al aumento de participación y los nuevos votantes. Gana en Araba, feudo hasta ahora del PP, recupera la segunda plaza en Bizkaia y acorta distancia con el PNV en Gipuzkoa. Estos resultados darán una mayor autonomía política al PSOE respecto del PP, pudiendo marchar por libre hacia un entendimiento, no sin conflictos, repito, con el PNV. A la postre los dos partidos históricos vascos, centenarios en Euskadi, han resistido el paso de los tiempos mostrando tener ambos sólidas raíces y sin los cuales la gobernabilidad de este pequeño País nuestro parece bastante difícil.

Todo apunta a que tanto los frentes abertzales/nacionalistas vascos, excluyentes de otros, que vienen propiciando desde Lizarra ETA, Batasuna, EA y sectores del PNV, como los frentes antinacionalistas vascos, de los otros, sectores del PSE-PSOE y PP, no van a contar con buenas perspectivas de futuro. Como ha dicho el independentista republicano catalán Carod Rovira: <> (Deia, 30-3-04)
¿Habrá un acercamiento PNV-PSE en el futuro y con ello un nuevo acuerdo estatutario, mayor distensión, moderación del enfrentamiento inter-identitario? ¿Tiene el PNV un plan B respecto al plan Ibarretxe? ¿Cómo responderá a las presiones y acusaciones de tibieza, falta de compromiso abertzale, regionalismo o particionismo por parte de los sectores y partidos del nacionalismo más militante y radical? ¿Esperará a los resultados de las autonómicas de mayo del 2005 para mover ficha? El PSOE ya ha planteado su disponibilidad al diálogo y a reformar el Estatuto. Si Zapatero logra cerrar acuerdos de reformas estatutarias en Cataluña y Andalucía, el PNV y sus socios podrían quedar como unos intransigentes y situados en una posición próxima al inmovilismo en un panorama en el que todo se mueve y perder así la bandera del diálogo que tan buenos resultados les ha dado. Creo que por la vía de los hechos el PSOE abordará lo de Cataluña y Andalucía como ejemplos para el resto de autonomías del buen hacer, y con objeto, particularmente, de mostrar las carencias del plan Ibarretxe en su concepción y los problemas de su puesta en práctica. En todo caso la reforma del estatuto catalán tampoco será un camino de rosas habida cuenta de las distintas perspectivas e intereses en juego.

El PP el gran perdedor. Pierde 10 puntos en la CAV y 12 en Navarra. En la CAV pierde tres diputados y cuatro senadores, casi 100.000 votos y su liderazgo en el llamado campo constitucionalista que pasa a manos del PSOE. Su máximo líder, Mayor Oreja, sufre su segunda gran derrota política tras las autonómicas del 2001 y se retira de Euskadi para ocupar un escaño en el parlamento europeo. El vacío de poder creado ha empezado a producir los primeros problemas internos para su sucesión. Pierde el liderazgo electoral obtenido el 2000 en Bilbao, Getxo y Ermua, el 40% del censo electoral de la provincia. La caída en su plaza fuerte Araba, y en su capital Gasteiz que concentra el 80% de la población, es llamativa.

EA a la baja. Pese a conservar su escaño por Gipuzkoa no consigue frenar su descenso progresivo al perder más de 8000 votos y pasar del 8,22% de 1996 y 7,5% del 2000 al 6,60% actual. El nerviosismo de EA en la campaña ha sido patente ante el temor de ver arrebatado su escaño por Aralar-Zutik, realizando una campaña bastante oportunista contra su socio en el Gobierno, el PNV, en un intento de arañar votos tanto entre los que podían dudar de la radicalidad nacionalista de Imaz como entre los votos nulos de Batasuna. No consiguiendo ni una cosa ni la otra y teniendo que contentarse con que la bajada de votos haya sido limitada. El mantenimiento del escaño ha hecho que de momento no se abra una crisis en su interior, entre los sectores proclives al pacto con el PNV y los que abogan por ir en solitario y se postulan como cabeza de un bloque nacionalista de izquierdas a lo ERC, para lo cual, el eje estratégico de sus alianzas políticas descansaría en una Batasuna sin ETA y no en el PNV y con el que se disputaría el liderazgo de ese bloque independendista.

Aralar-Zutik no consigue despegar electoralmente. En su estreno electoral la coalición pese a sus casi 40.000 votos no ha conseguido unos resultados satisfactorios para los que en la coalición tenían puestas unas mayores esperanzas electorales. Me refiero a las gentes de Aralar más que a las de Zutik, las cuales, además, esperaban conseguir un escaño en Gipuzkoa. AZ consigue 3.401 en Araba, 12.706 en Bizkaia y 22.135 Gipuzkoa. Estos resultados, por debajo de las expectativas electorales de algunas gentes de la dirección de Aralar, hacen presagiar un futuro un tanto problemático para dicha coalición. Está por ver en qué quedará el interés de AZ mostrado en la campaña electoral de seguir adelante con la coalición y realizar un trabajo cotidiano conjunto más allá de las elecciones, postulándose como un polo de izquierdas social y cívico en el que tengan cabida independentistas, federalistas, confederalistas. El problema que hoy tienen planteado los partidos de dicha coalición no es el de ir juntos sino en definir el cómo y también para qué.

IU-Ezker Batua resiste bien el tipo, vuelve a quedarse sin escaño pese a haber cosechado 101.724 votos y haber subido tres puntos. IU-EB ha resistido en Euskadi la tendencia que se ha dado en el conjunto del Estado al voto útil del PSOE. Logra su segundo mejor resultado en Euskadi después del de 1996 (116.133 votos). Sus mejores resultados los obtiene en Bizkaia, en la margen izquierda y la zona minera en donde, al igual que en Bilbao y Vitoria, supera en votos con mucho a la suma de Aralar y el voto nulo.

Batasuna a la baja. Las consecuencias de la ilegalización las ha contrarestado con la tradicional fidelidad de sus votantes y el apoyo de los medios de comunicación a los que sigue teniendo acceso. HB sigue su fuerte tendencia a la baja pero no sufre un descalabro ni mucho menos. En las circunstancias en las que tuvo lugar las elecciones no es poca cosa por más que, seguramente, la generalizada acusación a ETA de los atentados de Madrid, el desmentido de Otegi y su posterior confirmación haya consolidado y movilizado algo su voto. A ello también habrá contribuido el asesinato el día 12 del panadero pamplonés por negarse a reconocer la autoría de ETA de la masacre, tiroteado por su vecino -un escolta policial- y estigmatizado por abertzale.
Batasuna todavía mantiene recursos electorales, mediáticos y de otro tipo nada despreciables para una acción política más o menos convencional.

¿Qué pasará con Batasuna y en concreto con Sozialista Abertzaleak en las próximas autonómicas del 2005 si ETA continúa?
Aunque los dirigentes de Batasuna han tomado el total de los votos nulos sin depurarlos, se puede cifrar el total de apoyos en la CAV y Nafarroa en torno a los 100.000 votos tras una campaña muy a la defensiva, sectaria y agresiva respecto a sus competidores políticos más cercanos, Aralar-Zutik, Nafarroa Bai, EA y PNV, todo ello con objeto de retener a su electorado. Por territorios, Gipuzkoa es donde conserva la principal bolsa de votos ( 45.597 votos el 10,90%), en todo caso, esta cifra representa dos tercios de los aproximadamente 75.000 votos que han obtenido históricamente en este territorio. En Bizkaia suman 37.957 (5,18%). En Araba, el territorio menos favorable a Batasuna, las papeletas nulas depuradas serían 6.202 (3,26%).

Si tomamos las principales fuerzas nacionalistas en la CAV observamos la gran distancia experimentada por el PNV respecto a las otras tres: PNV (417.154- 34,18%); EA (80.613-6,60%); Batasuna (91.978- 7%?) y Aralar-Zutik (40.000-3,14%).

Malos tiempos para las izquierdas

Los resultados electorales arrojan una consolidación de la hegemonía del PNV, la subida del PSE, la caída del PP, el sorprendente aumento de IU y la falta de un liderazgo claro en el espacio que va desde Batasuna hasta el PNV.

Las distintas izquierdas a la izquierda del PNV y del PSOE vive momentos de disgregación, debilidad y profunda desorientación. El mundo de HB desde que ETA decidiera romper la tregua que acompañó al acuerdo de Lizarra-Garazi viene sufriendo un lento pero progresivo desgaste. Casi el 50% de sus votantes les dio la espalda en las históricas elecciones autonómicas de mayo de 2001. En cinco años ha pasado de los 300.000 votos de Euskal Herritarrok a los 100.000 votos actuales La situación de ETA queda más en entredicho de lo que ya estaba. Por otra parte, han quedado claras las dificultades electorales de EA y Aralar para erigirse en herederos de esa izquierda abertzale histórica. Eusko Alkartasuna, por boca de Begoña Errazti, dice haberse convertido en «líder de la izquierda nacional» tras las elecciones, atribuyéndose además la mitad de los votos de Nafarroa Bai. Sin embargo, aunque la coalición con el PNV le hace aparecer fuerte en algunas convocatorias electorales, mengua considerablemente cuando concurre en solitario. El 14 de marzo, se ha situado en el entorno del 5% de los votos tanto en Araba como en Bizkaia, y sólo el 11% logrado en Gipuzkoa le ha salvado la cara. Son cifras que no le permiten ensoñaciones de liderazgo. La competencia de Aralar ha achicado aún más el espacio que EA pretendía cubrir entre el PNV y la izquierda abertzale clásica, y su difusa personalidad socialdemócrata tampoco le ha servido de sostén. EA, si es que se le puede considerar en este espacio de izquierdas, se puede decir que de momento logra una pequeña prórroga. Aralar, que se presentaba como la gran esperanza para reconstruir una izquierda abertzale cívica y democrática, parece no ser capaz de lograr un peso específico importante más allá de Navarra. Parece claro que la mayoría de quienes han optado en los últimos años por abandonar electoralmente a la izquierda abertzale lo ha hecho para irse al final a la casa del padre, el PNV. Zutik, al igual que Batzarre, debe definir su identidad y ver qué función desea cumplir. IU, pese a sus buenos resultados electorales en la CAV, tampoco cabe que se constituya en eje de la izquierda, le falta solidez electoral, social, ideológico-cultural, proyecto de futuro. Su incremento quizás encuentre una de sus explicaciones fundamentales en la gente de izquierdas que se resiste a votar PSOE porque lo considera menos o nada vasquista y muy reformista o nada radical en lo social. En conclusión, malos tiempos para la izquierda. La nueva recomposición de las izquierdas a la izquierda del PNV y del PSE sigue sin un asiento mínimamente estable o de futuro y esto refleja la debilidad de una alternativa sólida. Le falta musculatura e ideas, mientras tanto, se aminora y una parte de su electorado se dirige hacia el PNV o el PSOE.

Se abre una nueva etapa

Se puede decir que se ha iniciado una nueva etapa de diálogo y distensión, en el que abundan los gestos de encuentro. En palabras del presidente del PNV J.J. Imaz «Estamos volviendo a un clima del que nunca debimos haber salido y que nos satisface a todos. Estamos recuperando el tono democrático». En relación con Euskadi estos gestos han ido además acompañados de hechos concretos por parte del PSOE, que rompen la dinámica de bloqueo de los últimos tiempos. Así hay que interpretar, por ejemplo, hechos como el de facilitar que el PNV pueda contar con grupo propio en el Senado; el rechazo del Tribunal Constitucional -por siete votos a cinco- a la impugnación presentada por el anterior Gobierno del PP al Plan Ibarretxe y la constatación de que el examen de constitucionalidad sólo cabe hacerlo sobre leyes aprobadas por el Parlamento y no sobre textos sometidos a debate; la derogación de algunas reformas que el PP introdujo en el Código Penal, entre ellas, la de castigar con cárcel el referéndum que propone el lehendakari; la disposición a negociar las transferencias pendientes y solventar otras cuestiones pendientes de índole financiera, como la compensación por el Prestige o los gastos de ampliación de la Ertzaintza; la disposición del PSE-EE de iniciar una discusión sobre la reforma del Estatuto y sobre la base de un amplio consenso poder considerar la consulta a la ciudadanía de dicha reforma, tras su paso por las Cortes. Algo insólito tan sólo hace un mes. De momento el gesto de correspondencia más significativo por parte del Gobierno vasco y de quien lidera hoy el nacionalismo vasco, el PNV, ha sido la presencia, por primera vez, del lehendakari en la sesión solemne de apertura de la legislatura en las Cortes españolas. «Lo que está ocurriendo es casi un milagro -comenta el sociólogo Javier Elzo-. Asistimos a cambios reales, no sólo de fachada. Pero esta ocasión única se puede truncar si no existen cesiones por todas las partes». ¿Pueden ser estos gestos y cesiones, el nuevo talante, un indicativo de que es posible llegar a acuerdos reales a corto y medio plazo? Esto solo el tiempo nos lo dirá, pero sería un error creer que este nuevo clima político dialogante que se ha abierto va a cambiar por sí mismo la naturaleza de los problemas y que va a acabar con las incompatibilidades objetivas de algunos proyectos políticos.

Una apostilla sobre el futuro de ETA.

Creo que a partir del 11-M será más difícil para ETA atentar y será más difícil para Batasuna no condenar. Otegi no sólo se desmarcó del atentado de Madrid, sino que lo condenó. Y esto tiene difícil marcha atrás. ¿Cómo justificará la no condena de futuros atentados de ETA? Habría que recordar el viejo adagio romano: la causa de la causa es la causa del mal causado.

¿Dónde está la línea divisoria entre una violencia sostenible y otra no sostenible hoy, ahora y aquí? La cuestión ya no es la distinción entre violencia indiscriminada y selectiva. Patxi Zabaleta, coordinador de Aralar, organización escindida de Herri-Batasuna, en un tono acusatorio hacia sus antiguos compañeros, pone el dedo en una llaga que escuece cuando dice: <> (DEIA, 21-3-04)

El 11 M además de haber puesto de manifiesto el pavor subyacente a toda brutalidad, ha traído la unanimidad de la sociedad vasca en la condena. ETA y sus apoyos han tenido estos días la dramática oportunidad de verse en el espejo, aunque sea de forma amplificada. ¿Sacarán alguna lección que no sea la de más de lo mismo? La advertencia de Eugenio Etxebeste, Antxon -interlocutor en las negociaciones de Argel entre ETA y el Gobierno de Felipe Gonzalez- sobre el riesgo de perder no sólo la batalla armada sino la política, hecha hace ya años en su destierro vigilado en Santo Domingo, parece más de actualidad que nunca. Es una evidencia que la salida más digna que le queda a ETA es su autodisolución, sin más. Más aún, se ha convertido en una premisa básica para que a posteriori se puedan abordar otras cuestiones tales como la de los presos. Así, mientras Batasuna defiende y reivindica la vía del diálogo y la negociación «entre todos los agentes implicados en el conflicto, sin ningún tipo de exclusión ni condición previa», como vía para alcanzar una solución, el tripartito que sustenta el Gobierno de Ibarretxe incide en la necesidad de un cese de la acción de ETA y apostilla que esto «no puede presentarse como consecuencia de la solución dialogada del contencioso vasco, sino como condición necesaria para abrir un proceso democrático y pacífico».

Dicho todo lo anterior, no creo ni que la retirada de Irak acabe con el riesgo de más atentados provenientes del fanatismo islamista en España, ni que la actual ETA tenga la lucidez de dar paso a las vías exclusivamente políticas. Creo que en la intención de la actual dirección de ETA está el darse algún tiempo y esperar otra coyuntura que considere menos desfavorable que la actual para volver a las andadas. Otra cosa diferente es que pueda. En cualquier caso, la acción de ETA no dejará de ser cada vez más marginal y con un costo político y social mayor para su frente político.

Una de las consecuencias que a buen seguro ha sacado la población, no sólo vasca y española, sino europea y que los partidos tendrán más en cuenta en el futuro es que la seguridad será, de ahora en adelante y durante largo tiempo, la preocupación dominante y hasta el criterio último por el que serán juzgados buenos o malos los gobiernos. Una seguridad pública que se acepta de buena gana por la inmensa mayoría de la población se anteponga en detrimento de las libertades civiles y las garantías jurídicas.

El debate entre libertad y seguridad no tiene solución en el plano de lo abstracto. Como bienes incompatibles que son en cuanto a su consecución perfecta, las cesiones que deben hacerse entre sí para mantenerse en razonable equilibrio sólo pueden aceptarse o rechazarse en el siempre incierto terreno de la práctica. ¿A cuánto de libertad y de seguridad está dispuesta a renunciar la ciudadanía sin dejar de ser básicamente democrática?

Evolución del voto en la Comunidad Foral de Navarra

Retroceso de la derecha

Se puede decir en términos generales que la derecha ha perdido las elecciones en Navarra. Dos diputados de UPN-PP, dos del PSN y uno de Nafarroa Bai lo pueden expresar.

En Navarra UPN-PP baja del 49,8% del 2000 al 37,4%. Pese a ser el partido más votado, ha perdido 25.000 votos y 12 puntos respecto a las anteriores elecciones generales. Superan en menos de 4 puntos a los socialistas. Han perdido uno de sus 3 escaños. Con estos resultados pueden perder el Gobierno de Navarra y los ayuntamientos más importantes, si se alían socialistas y vasquistas. ¿Pueden aumentar las tensiones o cierta lejanía de UPN respecto del PP a la vista de lo sucedido?

CDN pierde más de 3.000 votos y el 43% de sus apoyos porcentualmente hablando. Se quedan en una representación del 1,64% en lo que podríamos calificar de fuerza testimonial. La razón de esta bajada no tiene otro significado que su apoyo incondicional en el Gobierno de Navarra a UPN a cambio de unos puestos para algunos de sus dirigentes.

El PSN, un PSN lastrado por las profundas heridas causadas por la corrupción de sus dirigentes en la década de los 90, sube del 27,3% al 33,5%., han aumentado 30.000 votos respecto a los resultados de hace 4 años. Repite los 2 escaños. Junto con NA-BAI pueden aspirar a gobernar en Navarra.

Nafarroa Bai (Aralar, EA, PNV y Batzarre) obtiene una rotunda victoria con más del 18% de los votos y 60.645votos. El abertzalismo y el vasquismo progresista y de izquierdas obtiene por primera vez representación desde Navarra en el Congreso de diputados si exceptuamos la que obtuvo pero no ejerció Iñaki Aldekoa en 1986 cuando era dirigente de HB (ahora en Aralar). Sus resultados son espectaculares en la Montaña, muy buenos en Pamplona y en la cuenca (más del 57% del voto de NA-BAI) y un porcentaje del 20-22%; lo mismo sucede en las ciudades de la zona Media; y bajan bastante en las zonas rurales de dicha zona y en la Ribera. Nafarroa Bai, además, ha concentrado el apoyo de casi toda la comunidad nacionalista, convirtiendo en residual el otrora mayoritario control de Batasuna del voto nacionalista. Retrata muy bien el talante políético y la pasta humana de los líderes políticos y de opinión de Batasuna, la feroz campaña llevada a cabo en contra de Nafarroa Bai acusándola de ser un ave de rapiña que intentaba aprovecharse de ella robando los votos que le pertenecían, como si éstos fuesen propiedad privada de cada partido político y no el derecho de todo individuo a decidir libremente en cada momento qué hacer con él.

IU ha perdido casi 2 puntos y 3.000 votos respecto a los comicios de hace 4 años y 7.000 respecto a las elecciones del año pasado al Parlamento Foral. Pese al descenso sufrido, con estos resultados, puede mantener representación en el Parlamento de Navarra y Ayuntamiento de Pamplona, pero deberán afinar mucho para no reducirla considerablemente. Sus homólogos de la CAV han aumentado 40.000 votos mientras en el resto han disminuido en votos pese a la mayor participación.

Nafarroa Bai, ha sido el triunfador de la noche electoral navarra. Se ha convertido en la tercera fuerza con una representante al congreso y más de 60.000 votos. Si los partidos que la componen son capaces de mantener esta coalición dejando a un lado personalismos, partidismos estrechos y demás mezquindades bastante habituales en política, en las próximas elecciones al Parlamento de Navarra podrían rondar el 25% de los votos y conseguir entre 12 y 15 parlamentarios, echando a UPN del Gobierno de Navarra y Ayuntamiento de Pamplona. Puede aspirar a ser segunda fuerza en Iruñea en las próximas elecciones municipales consiguiendo la alcaldía con el apoyo del PSOE. Su resultado actual está lejos del 30% de los votos que puede suponer su techo electoral, rondando los 100.000 votos

Las izquierdas, el nacionalismo y el vasquismo podrían formar gobierno

Si miramos los votos: PSN-Nafarroa Bai-IU suman 195.000 votos frente a los 131.500 de UPN-PP-CDN. Hay unos miles más entre un electorado diverso que puede repartirse a derecha e izquierda. Si lo extrapolamos a unas elecciones forales-autonómicas, la izquierda navarra tomada en sentido amplio más el nacionalismo/vasquismo podrían desalojar a UPN del Gobierno.

UPN ha perdido 12 puntos respecto a las anteriores generales, el doble que lo que ha bajado el PP a nivel estatal. Con todo, UPN sigue siendo el partido más votado, ganando en 168 municipios de 272, entre ellos, en los dos más poblados, Pamplona y Tudela. La derecha pierde peso no sólo en la comarca industrial de la capital, sino también en el norte de Navarra donde pierde un 20% respecto a hace cuatro años y en donde el euskera es cooficial, convirtiéndose en el bastión de la nueva Nafarroa Bai, que fue la fuerza más votada en 52 ayuntamientos del norte así como en Villava o barrios de la capital, como el centro histórico de Iruñea.

Batasuna hacia la marginalidad

Los votos nulos registrados el domingo en Navarra fueron 15.611, lo que supone una reducción de 5.685 con respecto a los 21.300 de las autonómicas de Navarra del año pasado. En ambas citas electorales, la ilegalizada Batasuna promovió esta opción con papeletas propias.

Si a la cifra se le resta el 1,24% por ciento de nulos (unos 4.300 votos) de las elecciones de 2000, papeletas fallidas que técnicamente se dan en todas las elecciones, se puede estimar que la opción de Pernando Barrena y Arnaldo Otegi en Navarra ha sumado unos 11.800 votos (un 3%?), un descenso que no ha parado en los últimos años. Herri Batasuna obtuvo 30.700 votos en Navarra en las elecciones autonómicas de 1991, bajó a 27.400 votos en las de 1995 y logró como Euskal Herritarrok una fuerte subida en 1999, 47.271 votos, en plena tregua de ETA. La pérdida aun es más acusada que en la CAV. Y refleja el fuerte retroceso en todos los sentidos de HB, su aislamiento, el revés que le supone el éxito de NA-BAI, la pérdida de su otrora aplastante hegemonía en el abertzalismo. En realidad, aunque su situación se halla al límite, su devenir dependerá de las decisiones generales o nacionales, que se adopten sobre el futuro de ETA.

Recomposición de la izquierda y del vasquismo.

El vasquismo obtiene 72.448 votos (21,24%) y logra 1 diputada de los 5 parlamentarios.
Las fuerzas en litigio son: NA-BAI, HB y con mayor distancia anímica IU. NA-BAI consigue agrupar a buena parte del vasquismo -18% sobre 21%- y de una parte de la izquierda. Mientras que HB queda en una situación de máxima debilidad y con una línea desarbolada para el futuro se mire como se mire. Por otra parte, está por ver cómo encara IU su futuro. El centro de esta recomposición va a residir en NA-BAI. En sus éxitos y aciertos o en sus fracasos o desaciertos.

Desafíos de NAFARROA BAI (vistos desde BATZARRE)

Me ha parecido de interés recoger a continuación algunas reflexiones sobre el vasquismo y el futuro de Nafarroa Bai, entresacados de diversos escritos de esta fuerza singular de izquierdas vasquista que es Batzarre, acerca de los ejes básicos por donde esta corriente desea que discurra el futuro de NA-BAI.

La pregunta a formularse, dice Batzarre, es si en un futuro sin ETA el vasquismo podría mejorar su posición: bien alcanzando mayores cuotas de apoyo propio o bien mediante una alianza con el navarrismo de izquierdas y dialogante como la que tuvo lugar en la dictadura y en los primeros años de la transición. Esta cuestión -la ampliación de sus apoyos directos o indirectos- requeriría una reflexión especifica y amplia: ganancias para Navarra en cuotas de bienestar y de futuro, giro copernicano del abertzalismo no solo en el tema de ETA sino en el respeto y defensa de la identidad navarra tal cual es, en toda su extensa pluralidad, en admitirla en sus rasgos diferentes de la identidad navarra euskaldun, en su valoración del nuevo hecho español democrático y dentro de Europa, etc. respetando y estableciendo acuerdos desde las nuevas premisas que se abren paso y que no son las del franquismo. Y al mismo tiempo debería encontrar una posición abierta y pactista en las otras corrientes navarro-españolas o españolistas.

El surgimiento de NA-BAI responde a múltiples causas. Refleja en primer lugar una profunda insatisfacción desde las filas de la izquierda vasquista y abertzale con el rumbo de ETA. ETA carece de sentido en la actualidad, tanto por razones éticas como por razones políticas: el balance de la ruptura de la tregua resulta desastroso para la izquierda abertzale y perjudica cuantas causas toca.

NA-BAI representa la Navarra abertzale, vasquista de izquierdas y con sentimientos republicanos. Abre una etapa nueva para el vasquismo navarro y debe abordar asuntos como las nuevas desigualdades sociales y la integración de la inmigración; las reformas constitucionales que exigen su adaptación a la dinámica europea y a los cambios sociales o la superación de las lacras impuestas en su día por el golpismo franquista. Debe superar unos cuantos límites: dotar al vasquismo y a la izquierda navarra de un código de tolerancia y de respeto hacia las otras identidades; combinar democracia, acción institucional, desobediencia civil y acción social para ser instrumento de transformación social; promover la colaboración con otras fuerzas progresistas de Navarra y con las causas nacionales y progresistas del conjunto del Estado español; buscar la unidad con IU y con Batasuna tras la superación del problema de ETA. NA-BAI debe aspirar a ser un modelo de integración para la sociedad navarra. Debe comportarse como una coalición no frentista sino integradora de las izquierdas hasta el PSN, donde se sientan cómodas las izquierdas vasquistas o abertzales y las izquierdas navarristas, sobre la base de concesiones mutuas: reconocer los derechos y la legitimidad de todas las identidades.

NA-BAI tiene que ser motor importante contra las desigualdades sociales. Debe constituirse como fuerza de primera línea contra la desigualdad social que alcanza de lleno a la población inmigrante, a la juventud y a las mujeres sin una alta cualificación, a las nuevas clases trabajadoras incluidos los estratos más bajos de los trabajadores autónomos y debe pugnar por la eliminación de las condiciones inhumanas en que viven muchas personas jubiladas.

NA-BAI tiene que impulsar un nuevo pacto para la convivencia de identidades. Debería liderar la apertura de una nueva etapa basada en el reconocimiento de todas las identidades existentes aquí, en el respeto mutuo, en la aceptación de la mayoría y en las garantías para la minoría, en practicar el principio de las concesiones mutuas, en fortalecer la identidad navarra con una cultura pública común fundamentada en un acuerdo mínimo de todas las personas navarro-españolas, vasco-navarras, navarras a secas u otras y en delimitar nuestras convergencias y diferencias. Sinceramente la mayoría actual, especialmente fuerzas como PSN, CDN, deberían reconocer y normalizar los derechos y símbolos del vasquismo navarro con naturalidad y propiciar un encuentro con la CAV en aquellos temas de interés compartido. Y también desde el vasquismo navarro debemos rectificar en varios aspectos: reconocer la legitimidad de la mayoría, no colocar el enfrentamiento identitario como eje central de la relación entre vasquistas y navarristas, mostrar una nueva actitud dialogante, abierta, pactista.

Impulsar la paz desde la verdad, desde la justicia para todas las víctimas y desde la generosidad de todas las partes, no desde los revanchismos. NA-BAI debe plantear un proyecto sobre el final del conflicto armado con una propuesta de resolución para el futuro y que sirva para acelerar el final del mismo. En este asunto, NA-BAI debe tener una actitud muy activa. Asimismo, debe propiciar el que otras fuerzas se muevan también en esta dirección. NA-BAI y las organizaciones dialogantes de la otra parte debemos tener altura de miras, valentía (para reconocer nuestros errores por acción o por omisión) y generosidad (en la parte que nos corresponda). NA-BAI debe ensanchar y mejorar la democracia, impulsar la igualdad entre hombres y mujeres, corregir el actual modelo de consumo y desarrollo, desarrollar una política radical contra las guerras y el militarismo, luchar por una Europa solidaria, democrática, respetuosa con las diferentes naciones, potente en sus derechos sociales. Estas serían las líneas generales de actuación que Batzarre desea para NA-BAI.

El derecho a decidir

* En cuanto a diputados el campo nacionalista vasco-navarro obtiene 9 diputados y el no nacionalista, UPN-PP+PSOE, obtienen 15 diputados.
* El PSOE es el partido con más votos si sumamos Nafarroa y la Comunidad Autónoma Vasca.
* El no nacionalismo vasco en conjunto (PP+UPN+PSE+CDN) ha caído en estas elecciones 5 puntos (de 832.147 a 813.834), y si se suman los votos de nacionalismos y vasquismo en la CAV y Navarra (incluida IU-EB, así como el 90% de los votos nulos identificable con Batasuna), por primera vez supera con 821.400 al no-nacionalismo-vasco, que baja de 51,5 % en la CAV al 46%, y del 80% en Navarra al 72%.
* Recordar que el nacionalismo vasco en Iparralde apenas representa el 10%.

Resumiendo: Si tomamos Euskadi+Navarra como referencia electoral, los no nacionalistas vascos (NNV) superarían a los nacionalistas vascos (NV) por unos 100.000 votos. Ahora bien, si a los nacionalistas vascos sumamos los votos de IU, estos superarían a los no nacionalistas vascos en 8.455 votos.

La máxima que más gusta decir hoy al nacionalismo vasco, y que por otra parte le unifica, es la de que el pueblo vasco tiene el derecho de decidir libre y democráticamente su futuro. Aunque el nacionalismo vasco es propenso a confundir derecho con aspiración política legítima, deseos y aspiraciones de una parte con el todo, en teoría no tendría nada que objetar a dicha formulación, es más, es algo que he defendido desde que tengo uso de razón política pero que con el tiempo he ido problematizándola a luz de diversas experiencias internacionales y de un mayor y mejor conocimiento de los deseos, sentimientos y aspiraciones de nuestra propia sociedad vasco navarra.

En principio parece una fórmula impecablemente democrática, pero si se va más allá de la mera fórmula y se ahonda en ella, así como en sus consecuencias, las cosas ya no son tan sencillas. El mismo concepto de pueblo es utilizado de una forma unívoca y homogénea por el nacionalismo, confundiendo pueblo antropológico, cultural, con pueblo desde el punto de vista político, entendido como ciudadanía. La tan invocada sentencia del Tribunal Superior de Canadá así lo entiende cuando afirma que «el sentido de la palabra pueblo sigue siendo bastante incierto». En cuanto a las consecuencias de su aplicación habría que preguntarse si resolvería más problemas de los que crearía dada la realidad actual de los países vascos. Es un hecho, guste más o menos, eso es otra cuestión, que la autodeterminación está limitada no tanto por el artículo 8 de la constitución como por la propia realidad plural del pueblo vasco. Basta con mirar la realidad de frente, sin pre juicios, o echar un vistazo a los resultados electorales para apreciar esta pluralidad y complejidad de los Países Vasco Navarros y percatarse de que la ciudadanía vasco-navarra entiende de formas diversas su relación con el resto de España, así como la propia organización de la convivencia en su interior.

Con esto no estoy negando al nacionalismo vasco su legítimo derecho a expresar y perseguir sus objetivos políticos, a negociarlos y a la postre ratificarlos por medio de una consulta democrática, lo que trato de subrayar es que no lo puede hacer de forma unilateral, sin tener en cuenta a la otra parte o partes de la población que representa, en un caso, casi la mitad, y en otros, una amplísima mayoría, según que partes de los territorios de la vieja Vasconia estemos considerando. Y no lo puede hacer además, claro está, mientras los no nacionalistas vascos no cuenten con la misma libertad y mismos derechos a expresar sus ideas, sentimientos y objetivos. Eso significa, en primer lugar, que ETA tendría que desaparecer y, en segundo lugar, que habría que darse un tiempo prudencial para que el dramatismo político de estos años perdiera intensidad y la víctimas fueran reparadas. Creo que sólo en unas condiciones similares se podrían acordar unas reglas de juego que desembocaran en una consulta aceptable para todas las partes. No veo otro camino si lo que de verdad queremos es construir un país para todos los vascos y no sólo para los vascos nacionalistas.


(1) En España los abstencionistas de centro-izquierda superan a los de centro-derecha en una proporción de 5 a 1, según un estudio realizado por Belén Barreiros publicado en la revista Claves nº141