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Kepa Bilbao
(Del libro La modernidad en la encrucijada. La crisis del pensamiento utópico en el siglo XX: el marxismo de Marx, Gakoa, Donostia, 1997)

En las distintas escuelas marxistas que proliferaron tras la muerte de Marx, ha sido común considerar que Marx descubrió y utilizó un sólo método en sus investigaciones: el método llamado dialéctico; que éste era científico, y que su correcta aplicación nos proporcionaría las claves del conocimiento de la realidad social y natural, del mundo, para su transformación en la dirección de la sociedad comunista. Veamos cual es este método en Marx, qué tiene de específico, si es que tiene algo, y si verdaderamente respondía a las características y pretensiones que los marxismos posteriores le atribuirían.

1.-La influencia de Hegel en Marx

La dialéctica ha tenido significados variados en la historia de la filosofía. Hace su aparición en los escritores griegos como ley del desarrollo del pensamiento, método para discurrir y enriquecer una idea; tal método significa que el diálogo es más fecundo que el monólogo para lograr el esclarecimiento de un concepto o de un problema. Pero entre los griegos, la dialéctica no fue considerada como método necesario y único para el desarrollo del pensamiento, sino como método muy útil para tal fin.

Hegel concibe la dialéctica como un movimiento del pensamiento (y también del ser) que se despliega en tres momentos: tesis o afirmación, antítesis o negación y síntesis o negación de la negación. Lo negado es al mismo tiempo suprimido y conservado. Una vez establecido el principio de que la dialéctica es ley del desarrollo de la idea. Hegel universalizó este principio, afirmando que la dialéctica es la ley universal de toda la realidad. La razón es que toda la realidad es, para Hegel, la creación y encarnación de la idea. Si todo lo real es racional, y todo lo racional sigue el ritmo del movimiento dialéctico, ergo el movimiento dialéctico es ley universal.

Marx recibió esta herencia de Hegel, y la aplicó especialmente al movimiento del devenir histórico, el objeto central de sus estudios. Pero en relación con Hegel hizo una importante inversión ya que su materialismo rechaza el idealismo hegeliano y la pretensión de que la idea sea el demiurgo de todo lo real. En su lugar introduce la materia y el movimiento material; la materia es dinámica, y este dinamismo está dominado por el ritmo ternario del desarrollo dialéctico. Marx unió en su filosofía el materialismo, principio fundamental de la filosofía de Feuerbach, con el cual rechazó el idealismo de Hegel, y la dialéctica de Hegel, con lo cual Marx rechazaba una parte importante de la filosofía de Feuerbach.

El que Marx recibiera la dialéctica a través de la filosofía de Hegel no quiere decir que la admitiera tal como fue concebida y aplicada por Hegel. Si Hegel afirma la historia como autodesarrollo de la Razón, Marx afirma frente a Hegel que: a) la mente y la consciencia no determina, o no es independiente de las otras esferas de la vida; b) niega frente al pensamiento ilustrado que los cambios en la ideología, que Marx considera negativamente como falsa consciencia, sean la clave de las transformaciones sociales; y c) niega también que las ideas, el espíritu, la mente, la consciencia, sean todopoderosas, independientes o autónomas.

Marx no se limitó a criticar el idealismo, sino a darle la vuelta, a poner sobre sus pies lo que estaba de cabeza. Es la inversión de Hegel, no sólo su crítica. Así dirá:

«Mi método dialéctico no sólo es fundamentalmente distinto del método de Hegel, sino que es, en todo y por todo, la antítesis de él. Para Hegel, el proceso del pensamiento, al que él convierte incluso, bajo el nombre de idea, en sujeto con vida propia, es el demiurgo ( creador) de lo real, y esto la simple forma externa en que toma cuerpo. Para mí, lo ideal no es, por el contrario, más que lo material traducido y traspuesto a la cabeza del hombre (…) Lo que ocurre es que la dialéctica aparece en él invertida, puesta de cabeza. No hay más que darle la vuelta, mejor dicho, ponerla de pie, y enseguida se descubre bajo la corteza mística la semilla racional». (1)

Marx adoptó de Hegel la idea de que su método debe ser histórico y que tanto la sociología como la historia deben ser teorías del desarrollo social; hizo suya también la idea de que es menester explicar ese desarrollo en términos dialécticos. Para Hegel la historia es la historia de las ideas. Marx abandonó el idealismo, pero conservó la doctrina hegeliana de que las fuerzas dinámicas del desarrollo histórico son las contradicciones dialécticas, las negaciones y la negación de la negación.

Marx atribuye al método dialéctico, incluso, un carácter revolucionario, en oposición al carácter reaccionario y místico del sistema de Hegel.

«(La dialéctica) reducida a su forma racional provoca la cólera y es el azote de la burguesía y de sus portavoces doctrinarios, porque en la inteligencia y explicación positiva de lo que existe abriga a la par la inteligencia de su negación, de su muerte forzosa; porque, crítica y revolucionaria por esencia, enfoca todas las formas actuales en pleno movimiento, sin omitir, por tanto, lo que tiene de perecedero y sin dejarse intimidar por nada ». (2)

En La Filosofía del derecho (1821), Hegel adopta una postura política conservadora. En esta obra, aceptó el espíritu tradicionalista que predominaba en el escenario político europeo y defendió la monarquía tradicional, a la que concibe como la encarnación del espíritu nacional, del interés general y de la moralidad objetiva. Es una exaltación del poder ejecutivo, centrado fundamentalmente en la figura del monarca o emperador. El pensamiento hegeliano tiende a buscar mediaciones para resolver los distintos antagonismos sociales y políticos. Marx no busca conciliaciones ni síntesis, sino la revolución que aniquile a uno de los factores antagónicos. El movimiento dialéctico conduce a la revolución, y ésta encierra la aniquilación de uno de los extremos en lucha. Por ejemplo, la propiedad privada y el capitalismo. La propiedad es alienación del hombre y de su trabajo. No es posible conciliar la propiedad privada con el hombre. Por tanto, el proceso histórico debe conducir a la aniquilación de la propiedad privada. De esta aniquilación se seguirá la superación, que forma una situación nueva, consistente en una sociedad comunista. La dialéctica de las clases tiene un desenlace semejante. (3)

En Marx la referencia a la dialéctica de Hegel, tiene un carácter intermitente. Hay períodos en que se encuentra más distante que otros, pero no obstante, siempre está intensamente influido por ella. Esto se puede apreciar muy bien en el Manifiesto o en la Ideología Alemana impregnados de una visión de la sociedad y de la historia marcada por la dialéctica hegeliana. Se puede decir que el evolucionismo de Marx está marcado, y no sólo lingüísticamente, por el de Hegel, pero no es reducible a este. (4)

En el postfacio a la segunda edición de El Capital del año 1873, se encuentra la referencia última y más detallada que Marx hace de sumétodo. En él nos habla de coqueteo con el lenguaje peculiar de Hegel; distingue la dialéctica como método de exposición, que puede ser lógico-formal (dialéctico-alemán, dice), de la dialéctica como método de investigación, realista lo llamará, que se apodera de una materia concreta para descubrir sus nexos internos y poder expresar su movimiento real.

Es cierto que la presencia de los supuestos ontológicos dialéctico-hegelianos será muy poderosa en el pensamiento de Marx: su teoría de la historia y de la revolución, su visión del proletariado…estarán marcadas por una metafísica dialéctica. Ahora bien, Marx apenas habla de su método y no manifiesta la pretensión, que posteriormente tendrá en el marxismo, de haber fundado un método propiamente nuevo. Sus métodos de investigación son variados: analíticos, comparativos, deductivos, etc.

A lo dicho hasta ahora habría que añadir que el concepto de método que se manejaba en el siglo XIX poco tiene que ver con el exactificado que se empezaría a manejar entrado ya el siglo XX. En una entrevista hecha por la revista Dialéctica en México, decía Manuel Sacristan que él no despreciaba las “leyes de la dialéctica” como proposiciones filosóficas con mayor o menor capacidad de articulación del conocimiento cotidiano común; pero consideraba que había sido nefasto hacer pasar eso por lógica o por método científico.

En cuanto a si el propio Marx consideraba la dialéctica como su concepción y su método, Sacristán señala:

«Aquí tropezamos otra vez con palabras. Cuando uno usa en este final del siglo XX palabras como “método”, “demostración”, “definición”, etc; está aludiendo a instrumentos que se han depurado mucho, que se han formalizado o exactificado considerablemente. Cuando un filósofo del siglo XIX (Como Marx) dice “método” está pensando” manera general de pensar”, estilo intelectual. Cuando nosotros decimos “ método” estamos pensando (… ) en artefactos tan exactificados que sus operaciones se pueden describir como una sucesión normada de pasos tales que cualquier profesional competente los puede repetir en el mismo orden y con el mismo resultado. Eso no es método para un filósofo del siglo XIX , que apenas conoce, con ese grado de formalización, más que las operaciones matemáticas que domina, y está , por el contrario, acostumbrado a usar la palabra “método” a propósito de la marcha general del pensamiento de Aristóteles, Kant o Hegel.

Por lo tanto, preguntarse qué entendió Marx por dialéctica obliga a emprender una investigación de éste tipo de objeto: la marcha general del pensamiento, el estilo intelectual. Si en vez de eso se busca reglas precisas, se tropieza con las vaciedades científicas de la cantidad y la cualidad, la negación de la negación, el campanudo descubrimiento del Mediterráneo, de que todo se mueve, etc.». (5)

2.-El materialismo dialéctico

Engels en el Anti-Dühring, será quien primero defina el método marxista. Así, al principio, en el apartado Generalidades, escribe: “este materialismo sencillamente dialéctico”. En dicho libro, Engels irá más lejos que Marx, aunque con su aprobación, siendo más explícito y afirmando enfáticamente el carácter ontológico de la dialéctica. Vale en el pensamiento porque él refleja una realidad histórica y natural que es dialéctica.

«¿Qué es pues la negación de la negación?: Una ley sumamente general… del desarrollo de la naturaleza, la historia y el pensamiento; una ley que…es válida en el reino animal y en el vegetal, en geología, en matemáticas, en historia y en filosofía ». (6)

Engels, en la Dialéctica de la naturaleza, define las leyes de la dialéctica con gran precisión: 1) Ley del trueque de la cantidad en calidad y viceversa 2) Ley de la penetración de los contrarios (la unidad es contradictoria) 3) Ley de la negación de la negación (tesis, antítesis, síntesis).

Sostiene que hay que seguir el método dialéctico en la labor científica ordinaria y concibe la dialéctica como una lógica opuesta a la formal y superior a ella.
Plejanov que fue entre los primeros marxistas quien popularizó la idea de Engels de método, sostuvo en 1891 que el marxismo posee una filosofía propia a la que denomina materialismo dialéctico:

«Empleamos el término “materialismo dialéctico”, que es el único que puede dar una caracterización correcta de la filosofía de Marx. Holbach y Helvecio fueron materialistas metafísicos. Combatían al idealismo metafísico. Su materialismo cedió el lugar al idealismo dialéctico, que, a su vez, fue vencido por el materialismo dialéctico. La expresión “materialismo económico” es extremadamente desacertada. Marx jamás se había calificado de materialista económico». (7)

También Lukács, uno de los marxistas más influyentes tras la I Guerra Mundial, en Historia y conciencia de clase ensalzará el método marxista y defenderá la dialéctica como método capaz de captar la totalidad:

«La categoría de totalidad, la dominación, determinante en todas las esferas, del todo sobre las partes, constituye la esencia del método que Marx tomó de Hegel, y que transformó de manera original, para fundamentar una ciencia auténticamente nueva (…) En cuestiones de marxismo, la ortodoxia se refiere exclusivamente al método. Esa ortodoxia es la convicción científica de que en el marxismo dialéctico se ha descubierto el método de investigación correcto, que el método no puede continuarse, ampliarse ni profundizarse más que en el sentido de los fundadores. Y que, en cambio, todos los intentos de “superarlo” o de “corregirlo” han conducido y conducen necesariamente a su deformación superficial, a la trivialidad, al eclecticismo». (8)

Esta identificación entre método y concepción dialéctica del mundo será uno de los problemas más importantes que tendrá el marxismo. (9)

Para Mario Bunge, en el marxismo hay ausencia de metodologia y lo que la dialéctica contiene de verdadero, no es de su exclusiva propiedad:

«Es verdad que los marxistas nos hablan constantemente del “método dialéctico”, pero en realidad ésta es una doctrina filosófica, no un método propiamente dicho. En efecto, la dialéctica es un conjunto de hipótesis acerca de la realidad, no un procedimiento para estudiarla. La ausencia de una metodología marxista encubre numerosos errores, tales como el confundir tendencias con leyes, e intentar formular predicciones extrapolando tendencias en lugar de hacerlo con ayuda de leyes y datos, como se hace en las ciencias propiamente dichas.” (…) “ La dialéctica tiene un mérito innegable: el de ser dinamicista, el de insistir en el carácter provisorio o efímero de todas las cosas, el de negar que haya cosas o situaciones inmutables…Pero esta es una virtud que la dialéctica comparte con todas las ontologías modernas. En efecto, ya casi no quedan filósofos que nieguen el movimiento al modo de Parménides. Otro mérito de la dialéctica es que insiste en que, además de cambios de lugar y procesos de crecimiento y decrecimiento, hay cambios cualitativos. Pero tampoco es ésta peculiaridad de la dialéctica. Hay diversas ontologías, tales como las de Bergson, Alexander y Whitehead, que acentúan la novedad cualitativa, esto es, la emergencia de nuevas propiedades e incluso de nuevos niveles de organización. En una palabra, lo que es verdadero en la dialéctica no es de su exclusiva propiedad». (10)

De todas formas hay que decir que respecto a esta compleja y a veces oscura cuestión, no siempre ha reinado el monolitismo en el interior del marxismo, y como en otras, no faltaron voces que manifestaron sus reservas respecto al uso de la dialéctica como Bernstein, Adler, Pannekoek, Korsch, entre otros.


(1) MARX, K. El Capital t I, Fondo de Cultura Económica, México, 1964, p. XXIII-XXIV

(2) MARX, K. El Capital, t 1,Op. Cit. p. XXIV.

(3) P.J. Proudhon (1809-1865), fundador del anarquismo, el cual tendrá una gran influencia en Francia, en la Internacional y en el sindicalismo revolucionario de fin del XlX, manejará una dialéctica propia, inspirada en las antinomias kantianas. Habla de choques entre elementos contrapuestos, pero no cree en la radical virtud de la síntesis para superar ese conflicto. No ve saltos bruscos que lleven a una síntesis superior a la anterior. Para él la propiedad no se puede eliminar, hay que armonizarla de forma humana. Por ello se mostrará contrario a la planificación centralizada, al comunismo estatista y partidario de una sociedad agrupada en comunas unidas de forma federal, muy plurales. Así como en La Ideología alemana (1845-1846) Marx alabó la dialéctica de Proudhon, en Miseria de la Filosofía (1847) le criticaría de forma rotunda.

(4) SCHUMPETER, A. Historia del análisis económico. Ariel, Barcelona,1971, p 495 y nota 62.

(5) La entrevista es de febrero de 1983 y está reproducida en la revista Mientras Tanto, nº 16-17.

(6) ENGELS, F. Anti-Dühring, Parte 1. La dialéctica. La negación de la negación.
En cuanto al tratamiento que Engels daría a la dialéctica dice Josep M. Domingo: «Pero este tratamiento preferencial lo desarrolló embrionariamente Engels y se transformó con el paso del tiempo en el «diamat” ( el conjunto de leyes del “materialismo dialéctico” ) de los académicos de Moscú. No cabe duda de que Marx sancionó la sistematización de la dialéctica realizada por Engels, pero en cualquier caso prefirió más usarla a través de la exposición de hechos históricos concretos o de derivaciones de conceptos económicos que abstraerla de la realidad y hablar genéricamente de o sobre ella. Marx necesitaba…de algún tipo de artefacto teórico-metodológico que flexibilizara la rigidez mecanicista del materialismo dieciochesco tanto en su versión francesa como inglesa. La elección del nuevo instrumento metódico debía de ajustarse a los requerimientos básicos de su programa de investigación, los cuales se podrían condensar en : a) el nuevo método debería ser capaz de reseguir el despliegue procesual e histórico de los procesos sociales; b) el nuevo método debería asimismo captar y sintetizar totalidades histórico-sociales concretas, y c) el nuevo método debería ser útil para la orientación y diseño de la práctica política en un proceso ininterrumpido de interactuación entre teoría y práctica. Dado el escaso grado de desarrollo -por no decir nulo- de los artefactos metodológicos y analíticos en las ciencias sociales a finales del siglo XVIII y principios del XIX, Marx optó para sus propósitos por el único método disponible, a saber, la dialéctica hegeliana». ¿Marxismo sin dialéctica?, Mientras Tanto, nº 32, 1987.

(7) PLEJANOV, J. La concepción monista de la historia, 1895, en Obras Escogidas,

(8) LUKACS, G. Historia y conciencia de clase, Madrid, Sarpe, 1984, p. 2 y ss.

(9) Para Popper la dialéctica no es una concepción científica, aunque de ella puedan surgir hipótesis confirmables, es decir, científicas. La concepción dialéctica de la historia y de la realidad, al ser una visión o concepción totalizadora, no puede ser controlada científicamente. Esto es, la dialéctica al no ser falsable, puede interpretarlo todo, pero no explica nada: «Los dialécticos dicen que las contradicciones son fértiles, fructíferas o fecundas para el progreso. Y hemos admitido que esto es, en cierto sentido, verdadero”. Pero a condición de que no demos por buena una cosa y su contraria. Si en la investigación comprobamos que entramos en contradicción, cambiaremos nuestra teoría, pero no admitiremos todo. Más aún: «La crítica, es decir, el señalamiento de contradicciones, nos induce a cambiar nuestras teorías, y, de este modo, a progresar…» (…) “Es posible demostrar esto probando que si se admiten dos enunciados contradictorios, entonces se debe admitir cualquier enunciado». POPPER, K.R. ¿Qué es la dialéctica?, en: El desarrollo del conocimiento científico. Conjeturas y refutaciones, Paidós, Barcelona, 1976, pp 380-381 y La sociedad abierta y sus enemigos. Paidós, Barcelona, 1982, pp 270-271.

(10) BUNGE, M. «Marxismo hoy», en el libro Cien años después de Marx. Akal, Mardrid, 1986. pp 35-40.