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Kepa Bilbao
(Del libro La modernidad en la encrucijada. La crisis del pensamiento utópico en el siglo XX: el marxismo de Marx, Gakoa, Donostia, 1997)

1.-Introducción

El marxismo ha sido una poderosa tradición política e ideológica dentro del campo de los movimientos sociales que se reclamaban del socialismo y del comunismo. Una tradición tan extendida como fragmentada, hasta el punto que parece más adecuado hablar de tradiciones marxistas muchas veces enfrentadas entre sí en el plano teórico y en el terreno político.

Así, podemos hablar de marxismos ortodoxos y marxismos más explícitamente críticos respecto a la obra de Marx; marxismos objetivo-cientifistas y marxismos voluntarista-críticos; marxismos revolucionarios y marxismos reformistas; marxismos dialécticos, de influencia hegeliana, y marxismos analíticos; marxismos dogmáticos y marxismos abiertos,…

Estas divisiones, incluso en buena medida arbitrarias, se entremezclan y combinan de mil maneras. Así, Lenin y Kautski acabarán fuertemente enfrentados en el orden político, pero no así tanto en el corpus teórico. Rosa Luxemburg y Lenin se alinearán ambos en el bando revolucionario, pero ello no impedirá que el marxismo de una sea más economicista y espontaneista y el del otro más político y organizativista.

Si bien es claro que el marxismo no es sólo una teoría, ni que su éxito o fracaso ha dependido solamente de ello, con todo, el marxismo es en grado importante una teoría. Si la tomamos como tal vemos que hay dos tipos de anomalías: a) las engendradas por los sucesos; y b) las engendradas por la investigación y por la crítica de los estudiosos.

2.-Las previsiones y expectativas

Existe una falta de correspondencia entre las previsiones de Marx y el curso histórico. Las previsiones y expectativas no corroboradas por los hechos hacen referencia en ocasiones a aspectos muy centrales de la teoría de Marx; a cuestiones que él considera la base misma de su concepción del socialismo científico y de su teoría de la revolución: las leyes naturales del desarrollo del capitalismo y las tendencias que actúan con férrea necesidad acercando el momento de la revolución.

a) Clase obrera. Miseria, bipolarización, reformismo.

La idea del crecimiento de la miseria de la clase obrera es muy central en la teoría de la revolución de Marx. Una idea asociada a la desposesión del proletariado, a su exclusión de la nación que les priva de todo carácter nacional y a la de no tener nada que perder en la situación presente mas que sus cadenas.

Así en el Manifiesto, dirá: «El obrero moderno, por el contrario, lejos de elevarse con el progreso de la industria, se hunde cada vez más por debajo de las condiciones de vida de su propia clase. El trabajador cae en la miseria, y el pauperismo crece más rápidamente todavía que la población y la riqueza». La misma idea se puede leer en El Capital: «A medida que el capital se acumula, la situación del obrero, sean sus salarios altos o bajos, necesariamente empeora… la miseria crece a medida que aumenta la acumulación de capital. La acumulación de riqueza en un polo de la sociedad, acarrea una simultánea acumulación de miseria, agitación laboral, esclavitud, ignorancia y degradación en el polo opuesto, donde reside la clase que produce su propio producto en forma de capital».

El socialismo evolucionista de la II Internacional germina durante la larga depresión de 1873 a 1896. Durante este período se afirma entre los socialistas alemanes la idea de que el capitalismo se halla condenado por sus propias contradicciones internas. Pero pocos años más tarde, coincidiendo con una mejora en las condiciones salariales de los trabajadores, con una disminución del desempleo y una extensión del sufragio, del derecho al voto, que lleva a la incorporación de los sectores pobres a la democracia, a la vida nacional,(1) Bernstein iniciará la ofensiva contra el catastrofismo, teniendo lugar así la primera crisis teórica y política del marxismo.

Edouard Bernstein, albacea testamentario de Engels, entre 1896 y 1898 publicará una serie de artículos en la revista teórica del partido, en los que planteará, entre otras cuestiones, cosas tales como que el capitalismo lejos de autodestruirse se autorregula y que la extrema polarización de las clases anunciada por Marx, no tiene lugar, dándose una fuerte extensión de las clases medias. Se opondrá a la revolución y a la dictadura del proletariado abogando por una perspectiva política gradualista y reformista.(2)

En el terreno teórico, Bernstein, se hará eco de buena parte de las críticas académicas a Marx: crítica a la influencia hegeliana, crítica a la dialéctica y a los aspectos especulativos de raíz hegeliana que cuestionan el carácter científico de la visión de la historia y de la revolución de Marx. Propugnará una vuelta a Kant contra Hegel, llegando a distinguir dos corrientes en el movimiento socialista moderno:

El socialismo de los teóricos                               El socialismo de los levantamientos
        Constructivo                                                                  Destructivo
           Utópico                                                                       Demagógico
     Societario y pacifista                                                                      Conspirador
        Evolucionista                                                                                   Terrorista
          Idealista                                                                                          Materialista
          Kantiano                                                                                   Hegelo-blanquista

La teoría marxista sería un intento de síntesis entre esas dos tendencias, pero un compromiso fracasado, un dualismo no superado puesto que el marxismo, en opinión de Bernstein, se ha deslizado hacia el blanquismo y el socialismo estatal, antidemocrático. (3)

Frente al cuestionamiento de Bernstein del crecimiento de la miseria o de la desposesión, la argumentación de Kautski en defensa de la doctrina ortodoxa se despliega en tres frentes: 1) negar que Marx defienda esa tesis, sólo la defiende como una tendencia que puede ser más o menos contrarrestada por la lucha obrera; 2) afirmar que Marx no se refiere a la miseria física sino a la miseria social. La clase obrera queda excluida de los avances de la productividad, la parte destinada a la clase obrera crece muy lentamente y muy poco, o no crece nada, y aun en ciertos casos puede disminuir, no decimos que debe disminuir; sólo algunos sectores privilegiados han ido mejorando en progresión duradera su situación, pero para el resto de la gran masa de obreros, su miseria, su poca seguridad es tan grande o mayor que nunca ( esta es la opinión de Engels a la altura de 1885); la situación de la clase obrera es tal que se ensancha cada vez más el foso que la separa de la burguesía; 3) aumento de la explotación, de la miseria social y física, en los nuevos dominios adquiridos por la industria capitalista. La inmigración de mano de obra procedente de esos países debilita la resistencia contra las tendencias degradantes del capitalismo. Por todo ello concluye kautski: «no es una cuestión simple, sino muy compleja la cuestión de la agravación de la miseria. Esta adopta las formas más diversas, pero todas conducen al mismo resultado: se acentúan los antagonismos sociales y cada vez se hace más ruda la lucha del proletariado contra la opresión capitalista» (4)

Los escritos de Bernstein también provocaron la crítica de Rosa Luxemburg, la cual ilustra bien el talante de la polémica sobre el revisionismo y el reformismo que se produce dentro de la socialdemocracia alemana en el fin de siglo. Si se supone que el capitalismo puede reformarse bien venciendo gradualmente las consecuencias de la producción anárquica o bien mejorando el nivel de vida de los trabajadores, entonces no hay necesidad de luchar por la revolución. Es una crítica realizada desde la izquierda política del partido y desde la ortodoxia doctrinal. Para Rosa el socialismo no puede ser solo ni principalmente un ideal deseable y posible. Eso es volver atrás, al socialismo utópico anterior a Marx. El socialismo ha de ser necesario históricamente y la conciencia de clase socialista el producto inevitable de la comprensión de esa necesidad.

En la misma trinchera de la crítica, con argumentos mas o menos parecidos, se alinearan, Labriola, Plejanov, Adler, Mehring, Clara Zetkin, Lenin y otros.(5) La crítica filosófica de las ideas de Marx jugaría un escaso papel en estas polémicas.

Esta línea crítica, de todas formas, no impidió que las ideas de Bernstein se extendieran entre los socialdemócratas, la mayoría de los cuales ya eran reformistas en la práctica antes de que Bernstein publicara sus teorías, siendo una década después mayoritarias. (6)

b) Crisis del capitalismo, estabilización relativa, expansión.

La importancia atribuida por Marx a las crisis económicas es muy temprana en su obra. En el Manifiesto Comunista: a) se habla de las crisis comerciales periódicas que amenazan cada vez más la existencia de toda la sociedad burguesa; b) se apunta que las fuerzas productivas ya no sirven al desarrollo de la civilización burguesa; por el contrario, resultan ya demasiado poderosas para esta relación; c) se anuncia que las crisis serán cada vez más violentas y más difíciles de prevenir. «La burguesía no ha forjado solamente las armas que deben darle muerte; ha producido también los hombres que empuñarán esas armas». «El monopolio del capital se convierte en un grillete sobre el modo de producción, que ha surgido y florecido junto a el y bajo el. La centralización de los medios de producción y la socialización del trabajo llega finalmente a un punto en el que se hace incompatible con su envoltura capitalista. La envoltura es destrozada. Se anuncia el fin de la expropiación capitalista. Los expropiadores son expropiados». (7)

Rosa Luxemburg, en su intervención en la polémica afirma:
«La base científica del socialismo se apoya, como es sabido, en tres hechos principales del desarrollo del capitalismo. Primero, en la creciente anarquía de la economía capitalista, que la arrastra a su ruina inevitable. Segundo, en la progresiva socialización del proceso productivo que crea los gérmenes del futuro orden social. Y, tercero, en la creciente organización y conciencia del proletariado que constituye el factor activo de la futura revolución». (8)

El optimismo revolucionario de Lenin puede verse reflejado en el siguiente comentario:
«El revisionismo salió aún peor en cuanto a la teoría de la crisis y a la teoría de la bancarrota. Solo durante un tiempo muy breve, y únicamente gentes muy miopes, podían pensar en modificar las bases de la doctrina de Marx bajo el influjo de unos cuantos años de prosperidad industrial. Muy pronto, la realidad se encargó de demostrar a los revisionistas que las crisis no habían desaparecido: tras la prosperidad, vino la crisis. Cambiaron las formas, la sucesión, el cuadro de las distintas crisis, pero estas seguían siendo parte integrante del régimen capitalista. Los cartels y los trusts, unificando la producción, reforzaron al mismo tiempo, a la vista de todos, la anarquía de la producción, la inseguridad del proletariado, y la opresión del capital, agudizando de este modo, en un grado nunca visto, las contradicciones de clase. Que el capitalismo marcha hacia la bancarrota – tanto en el sentido de las crisis políticas y económicas aisladas, como en el sentido del completo hundimiento de todo el régimen capitalista – lo ha venido a demostrar de un modo bien palpable… la reciente crisis financiera en Norteamerica, la espantosa agudización del paro en toda Europa, sin hablar de la próxima crisis industrial». (9)

En la obra económica de Marx hay una investigación muy valiosa sobre el funcionamiento del sistema, sus tendencias a la acumulación de capital, el funcionamiento del ciclo económico, pero no encontramos en El Capital, ni una versión única de la crisis, ni una fundamentación teórica del posible colapso final del capitalismo. (10)

c) Revoluciones que se alejan del modelo.

El problema principal es el de la revolución. La previsión clásica es que la maduración del capitalismo produce la revolución y las condiciones del socialismo. Ha habido revoluciones en lo que se ha llamado Tercer Mundo, pero no han correspondido al esquema de Marx: a) el desarrollo tecnológico no ha jugado ningún papel en ellas; y b) no ha habido, en general, mucho proletariado, ni mucha lucha proletariado-burguesía. Aunque sin embargo, hay que señalar que sí han tenido algo en común con el concepto de revolución socialista de Marx.

En Lenin las condiciones políticas de la revolución pasan a un primer plano. La revolución aparece como resultado de una crisis política. El socialismo sigue dependiendo de la revolución inminente en los países avanzados. En la medida que eso no se produce se quiebra el modelo clásico, según el cual la maduración del capitalismo produce tanto la revolución como las condiciones para el socialismo.

Hasta el presente podemos decir que no ha habido una revolución proletaria del tipo descrito y producida por las condiciones que exigía la teoría ( contradicción entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción, incapacidad del sistema capitalista para desarrollar la tecnología, etc.). Se puede ir mas lejos aún y decir que suponiendo que, por razones económicas, el capitalismo no pudiera durar indefinidamente, no podemos concluir que tenga que ser necesariamente sustituido por el socialismo marxista. Pudiera darse una crisis general de la civilización actual o una forma de capitalismo tecnológicamente estancada, u otra forma de sociedad que no dependiera del constante progreso técnico, pero no tiene que ser forzosamente socialista.

3.- Protección de las teorias

-La revolución rusa fue una buena noticia para los revolucionarios. El reformismo y el fracaso de la revolución en Occidente, en cambio, una mala noticia, lo mismo que lo había sido la participación de la socialdemocracia en la guerra. Ninguna de las dos confirmaba la teoría de Marx. Pero la primera, la revolución rusa, confirmaba las expectativas políticas del sector revolucionario adherido a la doctrina. La primera necesitaba un desarrollo de la teoría. La segunda requería una protección de la teoría con hipótesis auxiliares: aristocracia obrera; traición de los dirigentes; reformismo de las clases medias proletarizadas; mantenimiento del horizonte de una crisis general del capitalismo, etc.

-Cerco desde el tercer mundo que restablezca las previsiones sobre el sujeto revolucionario y/o desplazamiento del sujeto revolucionario. Paradoja de revoluciones campesinas en las que se afirma, caso de China, la dirección del proletariado por fidelidad a la teoría.

-La evolución de la URSS en los años treinta es también una mala noticia. Y, así, en el XX Congreso del P.C.U.S se dice: la clase obrera tomará el poder en la URSS, hará una revolución política y reanudará el proceso previsto en la teoría.

-Otra forma de protección de la teoría en la época de la II y III Internacional: hay conciencia de las anomalías pero se impone la prudencia; no hay que exagerar las críticas para no perder la confianza, la fe. La crítica se hace así oscura y discreta. Esto es particularmente visible en las corrientes menos antisoviéticas.

4.-Consistencia interna. Intentos de normalización.

Existen ambigüedades, cambios y tensiones no resueltas en la obra de Marx. Esta situación es la que legitima a los diversos marxismos en su pretensión de apoyarse en la obra de Marx.

1) En la obra de Marx aparecen tensiones a consecuencia de nuevas investigaciones que no cuadran con resultados anteriormente establecidos:

a) Estudios de Marx: El 18 Brumario de Luis Bonaparte, sobre el Estado. Marx acentúa la autonomía del Estado, la importancia del nacionalismo, de la política en general y del fundamento moral de la política en particular. Todo ello a una apreciable distancia de las estipulaciones más economicistas del paradigma primario.

b) La posible transición al socialismo en Rusia: el modelo de evolución unilineal, fijado ya en La ideología alemana y en el Prólogo a la Contribución a la Crítica de la economía política, 1859, las cuatro etapas del desarrollo histórico, comienza a ser socavado, en parte tácitamente y en parte abiertamente, por la discusión política sobre las perspectivas de un posible paso al socialismo en Rusia, a partir de los restos de comunitarismo agrario existentes en la comuna rural rusa.

Se contempla así una posibilidad de socialismo no proletario sino campesino; una vía al socialismo que no pasa por la maduración previa del capitalismo, vía que a estas alturas Marx circunscribe a los países ya capitalistas; es un socialismo no obligado a pasar por todos los males del capitalismo, vuelve a aparecer el motivo de crítica romántica al capitalismo ausente en el Manifiesto ( ver a este respecto el capítulo 6, punto 5, apartado a, en donde desarrollo esta cuestión)

2) A partir de la muerte de Marx, Engels intenta poner orden en la casa, enmendar defectos, combatir las versiones más vulgares, corregir oscuridades, reducir las disonancias. Todo ello se hace desde una reafirmación de los postulados básicos de la teoría ( lo desarrollo en el capítulo 6, punto 5, apartado b).

Como dice Gouldner, Engels tras la muerte de Marx, se ve enfrentado con la tarea de transmitir el marxismo a un número creciente de jóvenes socialistas con tendencia a vulgarizarlo, se ve obligado a aceptar y simplificar el paradigma primario, a disimular sus dificultades y a definir concisamente, en vez de evaluar críticamente, sus caracteres esenciales, para facilitar así su transmisión.

En el dogmatismo que luego proliferó entre los marxistas influyó el hecho de que éste no es solamente una interpretación del mundo, sino un intento de cambiarlo. Precisamente por ello, será grande la presión para presentar la teoría como una guía segura para la acción, no como problemática y necesitada de ulterior desarrollo. Resulta difícil pedir a la gente que asuma grandes riesgos en nombre de teorías inciertas. Se tiende por ello a dar por sentada y acabada la teoría marxista. La teoría, además, tiende a convertirse en una fuente doctrinal de solidaridad de grupo, en un conjunto de creencias compartidas que mantienen unido al colectivo frente a los ataques externos. En la medida que el marxismo se entrega a la lucha por el poder, la teoría se convierte en la propiedad de un partido político, que es la base de su solidaridad, y la teoría queda sometida a la interpretación autorizada de los dirigentes del partido. Toda crítica a la teoría se verá como una crítica a la autoridad del partido y de sus dirigentes, los cuales se verán abocados a su preservación, canonización, o a su modelación para adecuarla a sus intereses.

5-Los dos Marx: el marxismo crítico y el científico.

¿Existe uno, dos o más marxismos? ¿existe un marxismo crítico en oposición a un marxismo científico? ¿existe un marxismo verdadero y uno o varios falsos? ¿qué entendemos o queremos decir con marxismo crítico?. Basta con que cada cual se pregunte qué entiende por marxismo crítico ( o marxismo a secas) para que nos encontremos con cien respuestas diferentes y concluyamos en lo vago, confuso y poco útil del término.

Según como se aborde el tema o se razone, se puede decir, valga la paradoja, que el primer marxista crítico fue el propio Marx cuando dijo aquello que tantas veces se cita de «por lo que a mí hace, yo no soy marxista». El segundo, o si se prefiere (excluyendo a Marx) el primero que desde el marxismo se atreve a enfrentarse con la crítica marxista del capitalismo, como ya he comentado anteriormente, fue el albacea testamentario de Engels, Eduard Bernstein, conocido como el primer revisionista de las tesis de Marx, sugiriendo cosas bastantes sensatas, tales como, que el capitalismo lejos de autodestruirse se autoregula, o que la extrema polarización de las clases anunciada por Marx, no tiene lugar, dándose una fuerte extensión de las clases medias.

Curiosamente la ortodoxia encabezada por otro íntimo de Engels, Kautsky, se le echó encima, no tanto por sus conclusiones reformistas sino por poner en cuestión algunas de las tesis y predicciones de Marx. De esta forma Kautsky iniciaría la andadura de una interpretación de la obra de Marx y Engels que apuntalaría a ésta como un pensamiento globalizador, cerrado, acabado, coherente, fuertemente determinista, economicista y como una ciencia global que va dando respuestas a todos los problemas. Interpretación que tan dañina y estéril ha sido al correr de los años.

A partir de aquí se puede decir que el pensamiento de Marx ha tenido que enfrentarse a problemas que nunca se planteó y acomodarse a condiciones geográficas y sociales que no había previsto. Como dice Carlos Eymar: «Toda reinterpretación o adaptación del pensamiento de Marx al presente siglo se mueve en el terreno indefinido entre su negación y su dogmatización». (11)

A lo largo de un siglo han ido surgiendo multitud de escuelas, partidos, interpretaciones de la obra de Marx ( incluso realizaciones practicas en su nombre) que sería casi imposible conocerlas a todas ellas y larguísimo sólo el citarlas. Desde Bernstein y Kautsky hasta Fidel Castro hoy, pasando por Lenin, Stalin, Trotsky, Mao, los dirigentes de Sendero Luminoso, Ceaucescu, Sartre, Anguita… todos se puede decir que son marxistas críticos. «La fauna marxista -dice Lamo de Espinosa- es casi tan variada como la vida misma y no se sabe qué tienen en común todos esos marxismos sino es la referencia a unos textos y la creencia de que la etiqueta tiene sustancia por sí sola». (12)

La tesis de que hay dos marxismos, dos tendencias en el marxismo, arranca desde hace mucho tiempo. Werner Sombart, ya a finales de siglo, tres años después de la muerte de Engels, decía que en Marx y Engels había dos naturalezas, dos conceptos del progreso social que pugnaban por imponerse el uno al otro, en la doctrina marxista hay elementos heterogéneos que todos los sofistas del mundo no podrían conciliar. Sombart arremeterá contra el socialismo científico y su fatalismo o interpretación fatalista del socialismo:

«Al advertir que muchas de las teorías marxistas no se hallaban de acuerdo con la ciencia, y al percatarse de su falsedad, los socialistas creyentes, que habían sido marxistas, debieron sufrir graves conflictos psicológicos. Al principio trataron de ahogar las voces de la crítica, dando un sentido más amplio a las enseñanzas estrictas del maestro e interpretando artificiosamente aquellos pasajes de su obra que se prestaban a la controversia. Pero semejante recurso no les valió por mucho tiempo. Y al fin y al cabo, la verdad se impuso; y la verdad era que Marx se había equivocado en más de una ocasión. El marxista creyente llegó a encontrarse entonces en la misma situación que el cristiano ortodoxo, que ve socavados por las ciencias naturales los fundamentos de su Biblia. Ante él se alzaba esta interrogación: ¿deberé abandonar mis creencias, puesto que la ciencia las ha despojado de su ropaje, o deberé cerrar mis ojos a la luz de la ciencia para salvar mi fe?. Ambos extremos hubieran equivalido a una renunciación superior a sus fuerzas (…) El creyente marxista se aferró a la idea de que había habido hasta entonces una lamentable confusión entre ciencia y fe, entre filosofía y ciencia. Y de ahí pasó a formular la teoría de que toda fe, tanto la política como la teológica, no necesitan apoyarse en ninguna verdad científica. El marxista comprendió que la fuerza del socialismo no podía residir en las tesis científicas de algunos hombres aislados, siquiera sean estos de la talla de Marx y Engels, sino únicamente en la plenitud del sentimiento, en la voluntad de obrar, que eternamente se renueva ante la imperfección de este mundo al compararlo con las aspiraciones ideales de la humanidad.

Esta transición vino a marcar un nuevo período en la crítica del marxismo. Ya no se trataba de la simple defensa o refutación de determinada teoría – la teoría marxista de la evolución – sino de la duda acerca de la exactitud de todo el método marxista. Marx había querido oponer un socialismo científico al socialismo utópico, y ahora se caía en la cuenta de que no había logrado su objeto. La importancia histórica de la creación de Marx… no estribaba en su carácter científico, sino en el hecho de haber asentado el movimiento social sobre las bases reales de la evolución histórica y del interés, lo que nada tenía en común con la ciencia. Pero la pretensión de demostrar con pruebas científicas la fatalidad del socialismo estaba condenada a un fracaso forzoso, porque no se podrá probar nunca con argumentos científicos la exactitud de una vindicación social, de una lucha por un nuevo régimen que aun no existe. El objeto exclusivo de la ciencia es la indagación de las relaciones causales del mundo empírico, y se saldría de la esfera de su competencia si pretendiese demostrar, no ya la exactitud, pero ni siquiera la necesidad de un estado futuro…ésta teoría prestó al movimiento social una fuerza que ninguna otra hubiera podido infundirle (…) pero al final esto había que pagarlo a un precio muy caro. La masa, acostumbrada a que le demostraran la fatalidad del socialismo con argumentos científicos, perdió el sentido del ideal creador». (13)

A continuación, Sombart, dedicará un capítulo al nacimiento de un movimiento que despuntaba, libre de la influencia de ese marxismo científico y evolucionista que se conocía como sindicalismo revolucionario, citando a Georges Sorel como uno de sus defensores más apasionados. Para Sombart, a la vez que estos habían comprendido la limitación histórica del marxismo no querían que éste sucumbiera bajo su propio peso: » Amicus Marx, sed magis amicus socialismus» (Marx es amigo pero es más amigo el socialismo).

Volviendo a la idea inicial de los dos marxismos ( uno crítico y el otro científico), puede decirse que ésta comenzó a surgir de manera más articulada tras la revolución rusa y el fracaso de las distintas tentativas revolucionarias en Europa Occidental, sobre todo en Alemania, como crítica del electoralismo, el cientifismo y el rígido determinismo que afirmaba la inevitabilidad del socialismo.

Esta tesis de los dos marxismos ha sido desarrollada por numerosos autores tales como Karl Korsch, Lucio Colleti, Raymond Aron, Alvin W. Gouldner entre otros.

A la hora de personificar ambas escuelas algunos autores lo hacen de la siguiente manera, partiendo de que a veces la línea divisoria no es tan tajante o de que algunos que fueron marxistas críticos en algún momento de su vida pudieron cambiar y volverse marxistas científicos, y a la inversa. Igualmente habría que decir que la denominación de críticos o científicos no quiere decir que en cada escuela haya una fuerte unidad entre sus miembros y que éstos piensen lo mismo. Es una denominación muy vaga en donde se incluyen dos grandes tradiciones de pensamiento.

Entre los marxistas críticos destacan Georg Lukács, el primer Karl Korsch, Gramsci, Sartre, L. Goldman, Rudolph Baro, Avineri… y la llamada Escuela de Francfort, como Max Horkheimer, T.W. Adorno, F. Neumann, Eric From, Walter Benjamin, Marcuse y la segunda generación de esta escuela: A. Wellmer, A. Schmidt y J. Habermas.

En cuanto a quienes concibieron el marxismo como una verdadera ciencia, rechazando la teoría crítica por considerarla mera ideología destacan Galvano Volpe, Louis Althusser, Nicos Poulantzas, Godelier, Andre Glucksmann, Charles Bettelhein, Göran Therbon, Robin Blackburn, etc.

De forma sumaria, se puede decir que los marxistas críticos conciben el marxismo como crítica, más que como ciencia, poniendo el acento en el joven Marx y destacando su continuidad con Hegel. Consideran el marxismo como abierto a otras comunidades teóricas y no cerrado dogmáticamente.

Los marxistas llamados científicos, por contra insistirán en la ruptura o corte epistemológico entre la obra del joven Marx, romántico, incierto y aun no marxista, el Marx de la alienación y la ideología de la obra del Marx maduro, sosteniendo que sólo los textos económicos tardíos, como El Capital, son importantes para la ciencia marxista.

Estas dos interpretaciones del marxismo puede decirse, de una forma simplificada, que se han desarrollado en torno a la tensión nuclear entre el voluntarismo y el determinismo, entre la libertad y la necesidad.

Para Gouldner, el marxismo primario contiene una contradicción nuclear que genera y reproduce repetídamente al menos dos subsistemas limitados de teoría elaborada, a los que llamará marxismo crítico y marxismo científico. (14)

Hay pues un Marx y un marxismo científico que se ocupa en especial de descubrir leyes independientes de la voluntad humana que gobiernan la evolución y la dinámica internas del capitalismo condenándolo sin remisión y hay un Marx crítico que se ocupa de hacer ver la manera como los resultados dependen de los esfuerzos humanos, es el Marx de la tan citada tesis undécima sobre Feuerbach: «Los filosofos sólo han interpretado de diversas maneras el mundo; pero lo necesario es cambiarlo». Este es el Marx de la acción, de la praxis. Como sostiene Gouldner: «Ambas interpretaciones son parte verdadera del marxismo. No estamos frente a una aparente contradicción que pueda ser resuelta fácilmente proclamando que una parte es falsa, revisionista, oportunista, descaminada y realmente no marxista, mientras la otra es la auténtica, genuina, original y verdaderamente revolucionaria (…) Marx era un materialista paradójicamente idealista, que suprimió su propio idealismo al declarar que no perseguía realmente un ideal, sino que ( como Sócrates) solo era una comadrona que ayudaba a nacer a lo que se había gestado en el útero de la historia, e instaba a otros a hacer lo mismo». (15)

Para Gouldner, tanto el marxismo científico como el marxismo crítico tienen sus propias virtudes y limitaciones y, aunque se hallan en tensión constituyen una unidad de los opuestos, dialéctica, y cada uno contribuye al desarrollo de su adversario. (16)

Es bastante frecuente encontrar estos dos Marx en la abundante literatura existente sobre el marxismo. Esta dualidad, marxismo crítico/marxismo científico es denominada por otros como marxismo revolucionario/marxismo reformista; marxismo fuerte/marxismo débil; marxismo abierto/marxismo cerrado; marxismo cálido/marxismo frío.

Resumiendo, tal y como he tratado de exponer, hablar de pensamiento marxista crítico no tiene, en mi opinión, un sentido claro debido a la diversidad de teorías, ideas y corrientes a menudo contrapuestas que se manifiestan en su interior.

No hay pensamiento humano alguno que no sea deudor de su época, sin fisuras y contradicciones y que no conlleve una variedad de interpretaciones. Estudiar a Marx en su totalidad, en lo que tiene de cálido y frío, de débil y fuerte, de útil o inadecuado, estudiarlo en sus contradicciones, en sus errores, aportaciones, limitaciones y ambigüedades, sin canonizaciones, es estudiar a un Marx vivo, real y la vía más provechosa para todo pensamiento que se precie de crítico y que trate de abrirse camino a las puertas del S.XXI.


(1) El salario real descendió en un 10% en Alemania de 1830 a 1859. Luego subió constantemente hasta 1909 llegando a aumentar en ese período un 50%. El desempleo, que entre 1891 y 1895 había fluctuado entre un 3% y un 6%, descendió el resto del decenio situándose entre el 1 y el 1,5%. Kautski destacará años después en su obra El camino del poder, los éxitos de los sindicatos en la acción por reivindicaciones económicas entre 1895 y 1907. El salario real aumentó en Europa Occidental entre 1850 y 1914, aunque no en proporción a la riqueza de la clase capitalista. El salario por hora, con la disminución de las horas de trabajo aumentó más.

(2) El objetivo explicitado por Bernstein, era partir de la revisión de los fundamentos teóricos del marxismo para eliminar los contenidos revolucionarios del programa del partido y adaptar la propaganda del partido y su fundamentación teórica a la realidad práctica del mismo. Una práctica dominada ya entonces por el electoralismo y la acción en favor de reformas económicas.

(3) CHATELET, F. y otros. Historia del pensamiento político. Tecnos, Madrid,1987, p168-169.

(4) KAUTSKI, K. La doctrina socialista. Fontamara, 1981, p 189. Para la crítica realizada por E. Bernstein, Socialismo teórico y socialismo práctico. Claridad, Argentina, 1966.

(5) La exposición más completa de las raíces históricas y teóricas del fenómeno llamado bernsteiniano, se encuentra en Bo Gustafson, Marxismo y revisionismo, Grijalbo, 1975. La crítica de Rosa Luxemburg – varios artículos refundidos en un folleto titulado Reforma y Revolución– en sus Obras Escogidas, publicadas tanto por Grijalbo como por Ed. Pluma, de Bogotá.

(6) La indignación producida por Bernstein radicó en la fusión que hizo de crítica de la obra de Marx y propuesta política de una orientación reformista y gradualista explícita. De esta fusión nacerían también algunos de los equívocos que caracterizaron la polémica sobre el revisionismo. Uno de esos equívocos, que hizo historia, sería la identificación entre revisionismo y reformismo, y en sentido contrario, entre ortodoxia y posición revolucionaria. De hecho, buena parte de los reformistas eran marxistas ortodoxos, o al menos no tenían ningún interés en legitimar su reformismo desde la heterodoxia doctrinal ni en arriesgar la unidad del partido con polémicas doctrinales. En cuanto a los revisionistas o heterodoxos de izquierdas o no reformistas, o estaban fuera de los partidos que se adherían al marxismo, caso de los anarquistas, o habían dejado de considerarse marxistas, caso de algunas corrientes del sindicalismo revolucionario.

(7) MARX, K. El Capital t.I

(8) LUXEMBURG, R. Reforma o Revolución. Grijalbo,1974, p 15.

(9) LENIN, V. Marxismo y Revisionismo (1908).

(10) James O´Connor en su libro El significado de la crisis, ed. Revolución, Madrid, 1989, analiza algunos de los modelos explicativos de la crisis de la tradición marxista. También, P. Sweezy en Teoría del desarrollo capitalista, F.C.E., México, 1964.

(11) EYMAR, C. La revolución francesa y el marxismo débil, Tecnos, Madrid, 1989, p.241.

(12) LAMO DE ESPINOSA, E. La teoría de la cosificación: de Marx a la Escuela de Frankfurt, Alianza, Madrid, 1981, p.21.

(13) SOMBART, Werner. Socialismo y Movimiento Social. Prometeo, Valencia, sin fecha y traducido de la sexta edición alemana. p 85 y s.

(14) GOULDNER, A. Op. Cit. p 27

(15) Ibídem. Op.Cit. p 45 y 47.

(16) Ibídem. p 70.